14/08/2019, 20:12
—S-sí. E-ehm… Ah… M-Me llamo Sagisō Ra… Ranko —respondió entre balbuceos la de Kusagakure, mientras jugueteaba con sus dedos—. Quisiera… Ahm… Quisiera una habitación. S-sencilla está bien. Creo… Creo que será para dos n-noches —respiró—. ¿Cuándo…? ¿Cuánto s-sería? —completó.
El recepcionista, que había estado escuchando pacientemente las palabras de la muchacha mientras se atusaba el bigote, asintió un par de veces con una afable sonrisa.
—Sí, por supuesto. Una habitación individual son veinte ryos la noche, por lo que serían cuarenta en total, señorita.
Ayame, mientras tanto, miraba a su alrededor con curiosidad. Ya había estado allí con anterioridad, pero nunca dejaba de maravillarse con los múltiples adornos fabricados con calabazas que había en aquel sitio.
El recepcionista, que había estado escuchando pacientemente las palabras de la muchacha mientras se atusaba el bigote, asintió un par de veces con una afable sonrisa.
—Sí, por supuesto. Una habitación individual son veinte ryos la noche, por lo que serían cuarenta en total, señorita.
Ayame, mientras tanto, miraba a su alrededor con curiosidad. Ya había estado allí con anterioridad, pero nunca dejaba de maravillarse con los múltiples adornos fabricados con calabazas que había en aquel sitio.