15/08/2019, 15:35
Le alegró y alivió que el recepcionista fuese tan paciente, y sus nervios se calmaron lentamente. Ranko asintió y buscó entre sus ropas su monedero, de donde sacó el respectivo dinero que entregó al hombre.
—P- ¿Podría yo dejar mi equipaje e-en mi habitación por mientras? ¿Por favor? —Suponía que la respuesta sería positiva, pero no dejaba que quisiera pedir permiso para todo y ser lo más educada y respetuosa posible.
Ayame se había entretenido viendo los ornamentos del lugar. Ranko se le acercó con cuidado, pues no la quería agarrar distraída.
—E-es un lugar muy mono… ¡Gracias p-por enseñármelos, Ayame-san! Y pa… parece que en realidad les gustan… ahm… las calabazas. Mucho. Creo.
Esperaría, entonces, a que aquel amable recepcionista le enseñara en camino a su habitación. Ranko no sabría si la chica de la luna iría con ella o esperaría en la recepción, así que se quedaría de pie un rato, esperando su reacción.
—P- ¿Podría yo dejar mi equipaje e-en mi habitación por mientras? ¿Por favor? —Suponía que la respuesta sería positiva, pero no dejaba que quisiera pedir permiso para todo y ser lo más educada y respetuosa posible.
Ayame se había entretenido viendo los ornamentos del lugar. Ranko se le acercó con cuidado, pues no la quería agarrar distraída.
—E-es un lugar muy mono… ¡Gracias p-por enseñármelos, Ayame-san! Y pa… parece que en realidad les gustan… ahm… las calabazas. Mucho. Creo.
Esperaría, entonces, a que aquel amable recepcionista le enseñara en camino a su habitación. Ranko no sabría si la chica de la luna iría con ella o esperaría en la recepción, así que se quedaría de pie un rato, esperando su reacción.
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