25/08/2019, 11:13
—Mejor lo dejamos por ahora
Yuuna se había acercado y mi había tendido la wakizashi que se había llevado en mitad de nuestro breve encuentro. Breve, pero lo suficientemente largo para demostrar que yo no estaba preparado para enfrentarla a ella. Y si todos los samuráis eran así, a ninguno de ellos.
—Oye, tus espadas. ¿Cómo se llaman? Porque tendrán un nombre, ¿no?
Oh si, claro que si, todas las espadas que forjaba mi padre tenían un nombre. Normalmente era el dueño quien le ponía nombre al arma, pero si se negaba, era mi padre quien las bautizaba.
Aunque en el caso de Tsubame había sido diferente. Yo no me negué a ponerle nombre, pero mi padre me entrego la espada ya bautizada. Dijo que el día que comprendiera por que el guerrero del tatuaje miraba la golondrina, seria el día en el que me habría convertido en un gran guerrero.
—Los nombres son importantes. Las espadas son nuestras mejores compañeras, y sólo pueden ser compañeras de verdad si las llamamos por su nombre.
—Tienen nombre. Esta es Tsubame. —Dije mientras envainaba la espada mas larga de las dos. —Es la mejor espada que ha forjado mi padre, lo sé por que puedo sentir como si estuviera a mi lado, apoyándome, aunque nos separé una larga distancia. La wakizashi es Ichiko. —La guarde también en su vaina. —Es la primera espada que yo forjé.
Puede que no fueran espadas legendarias o forjadas con metales rarísimos que les otorgaban propiedades mágicas, pero eran armas muy especiales. Su valor sentimental era incalculable.
Yuuna se había acercado y mi había tendido la wakizashi que se había llevado en mitad de nuestro breve encuentro. Breve, pero lo suficientemente largo para demostrar que yo no estaba preparado para enfrentarla a ella. Y si todos los samuráis eran así, a ninguno de ellos.
—Oye, tus espadas. ¿Cómo se llaman? Porque tendrán un nombre, ¿no?
Oh si, claro que si, todas las espadas que forjaba mi padre tenían un nombre. Normalmente era el dueño quien le ponía nombre al arma, pero si se negaba, era mi padre quien las bautizaba.
Aunque en el caso de Tsubame había sido diferente. Yo no me negué a ponerle nombre, pero mi padre me entrego la espada ya bautizada. Dijo que el día que comprendiera por que el guerrero del tatuaje miraba la golondrina, seria el día en el que me habría convertido en un gran guerrero.
—Los nombres son importantes. Las espadas son nuestras mejores compañeras, y sólo pueden ser compañeras de verdad si las llamamos por su nombre.
—Tienen nombre. Esta es Tsubame. —Dije mientras envainaba la espada mas larga de las dos. —Es la mejor espada que ha forjado mi padre, lo sé por que puedo sentir como si estuviera a mi lado, apoyándome, aunque nos separé una larga distancia. La wakizashi es Ichiko. —La guarde también en su vaina. —Es la primera espada que yo forjé.
Puede que no fueran espadas legendarias o forjadas con metales rarísimos que les otorgaban propiedades mágicas, pero eran armas muy especiales. Su valor sentimental era incalculable.