1/09/2019, 16:44
(Última modificación: 1/09/2019, 16:44 por Aotsuki Ayame.)
—No. No claramente. ¿Qué escuchas? —respondió la de Kusagakure.
Pero Ayame alzó una mano, pidiéndole silencio durante un instante. Su semblante se fue ensombreciendo a medida que las voces ascendían desde el piso inferior (unas voces que Ranko no era capaz de entender con la suficiente claridad como para entender su contenido) y al final, después de varios tensos segundos, la kunoichi tragó saliva con esfuerzo.
—Están atracando el hostal... —respondió, en voz muy baja—. Y no sólo eso... —añadió, aún más seria—. Han cerrado las puertas principales. Nos tienen a todos de rehén...
Unos inconfundible sonido de unos pasos comenzaron a subir con pesada lentitud los escalones.
Pero Ayame alzó una mano, pidiéndole silencio durante un instante. Su semblante se fue ensombreciendo a medida que las voces ascendían desde el piso inferior (unas voces que Ranko no era capaz de entender con la suficiente claridad como para entender su contenido) y al final, después de varios tensos segundos, la kunoichi tragó saliva con esfuerzo.
—Están atracando el hostal... —respondió, en voz muy baja—. Y no sólo eso... —añadió, aún más seria—. Han cerrado las puertas principales. Nos tienen a todos de rehén...
Unos inconfundible sonido de unos pasos comenzaron a subir con pesada lentitud los escalones.