2/09/2019, 22:54
Y la vida suele ser así de dolorosa para todos, pues hay quienes sufren por ser uno entre tantos y quienes lo hacen por no haber otros como ellos.
—Parece que no hay una sola respuesta —comentaron al unísono las muchachas.
Parecían bastante satisfechas, lo suficiente como para que el resto de la sabrosa cena transcurriera alrededor de temas intrascendentes. El ambiente era bastante acogedor y la compañía era buena.
—Eso ha estado bueno, pero creo que ya es hora dormir para este anciano —dijo el hospedador, mientras se levantaba—. Con permiso.
—Su habitación esta lista —dijo Sir al comenzar a recoger los platos de la mesa.
—Aunque también pueden quedarse frente al fuego de la chimenea —complemento Amu.
—Y creo que esas son las únicas dos opciones —replico el anciano, quien reaparecio parcialmente mojado—. Afuera está cayendo un chaparrón tremendo. Iba yo a fumar un poco en la terraza y el viento casi me arranca la pipa de la mano.
Se rio un poco, para luego acercarse y extender su chaleco mojado frente al fuego. Y resultaba curioso el que a pesar de su testimonio y de sus ropas húmedas como prueba, en el local no se escuchara ni un solo ruido proveniente del exterior.
—Parece que no hay una sola respuesta —comentaron al unísono las muchachas.
Parecían bastante satisfechas, lo suficiente como para que el resto de la sabrosa cena transcurriera alrededor de temas intrascendentes. El ambiente era bastante acogedor y la compañía era buena.
—Eso ha estado bueno, pero creo que ya es hora dormir para este anciano —dijo el hospedador, mientras se levantaba—. Con permiso.
—Su habitación esta lista —dijo Sir al comenzar a recoger los platos de la mesa.
—Aunque también pueden quedarse frente al fuego de la chimenea —complemento Amu.
—Y creo que esas son las únicas dos opciones —replico el anciano, quien reaparecio parcialmente mojado—. Afuera está cayendo un chaparrón tremendo. Iba yo a fumar un poco en la terraza y el viento casi me arranca la pipa de la mano.
Se rio un poco, para luego acercarse y extender su chaleco mojado frente al fuego. Y resultaba curioso el que a pesar de su testimonio y de sus ropas húmedas como prueba, en el local no se escuchara ni un solo ruido proveniente del exterior.