21/11/2015, 15:35
La actitud de Mitsuki no terminó de gustar a la kunoichi rubia que incluso le reprendió por su actitud con un interrogante un tanto descortés, sin embargo la Hyuga tenía muy claro que si podía evitar un combate lo evitaría. No tenía sentido enzarzarse en un enfrentamiento en que cualquiera pudiese acabar herido sin un motivo más que justificado. Por suerte su actitud tuvo el efecto deseado y la situación volvió a un cauce normal...o al menos mínimamente.
El extraño ofendido acepto las disculpas y la rubia por su parte evitó hacer ninguna apreciación sobre aquello. Seguramente estaría pensando en la buena oportunidad que se le había escapado para seguir puliendo sus habilidades de combate. La kusabiariana por su parte respiraba más tranquila, aunque tampoco mucho pues no sabía como podía acabar todo aquello. Y no le faltaría razón.
Tras un comentario de aquel hombre, la guerra volvío de desatarse. Les había confundido con un par de muchacho y aquello no sentó demasiado bien a la de Taki, que había sido herida en lo más hondo de su feminidad y seguramente su vanidad. Mitsuki por su parte trataba de encontrar algo en ella o en su compañera que recordase en algo a un hombre, pero no terminaba de entender como se podía errar tanto.
Noemi, visiblemente ofendida reprendió al extraño a la vez que eleveba sus atributos para dejar bien claro lo que era. A la peliblanca no le pareció el método más adecuado para dejar en evidencia el error, aunque no podía dudar de su efectividad.
El calvo pareció entornar los ojos —Un momento...— rebuscó un poco bajo su capa hasta que sacó un par de gafas. La Hyuga no pudo evitar sorprenderse al verlas, era de un tamaño jamás visto. Aquellos cristales eran desproporcionados y cuando se las colocó, multiplicaban el tamaño de aquellos pequeños ojos en decenas. El hombre aguzó la vista, clavandolos en las pechonalidad de la rubia. Su mirada se quedó fija durante un instante, tras esto una sonrisa bastante bobalicona se dibujo en su rostro.
La sonrisa del tipo iba en aumento, ahora recorría de arriba hacia abajo y a la inversa a la rubia. Un hilo de sangre se deslizó desde su nariz hasta la comisura de sus labios
—¿Se encuentra bien?— musito la de kusabi
El tipo asintió a la vez que apartaba los ojos de la rubia y los posaba en la peliblanca. Ahora sangraba por los dos lados, aquello comenzaba a ser preocupante o al menos preocupaba la Hyuga que jamás había visto algo así.
—¿Seguro?— insitió la joven al ver que la hemorragía comenzaba a ser preocupante
El hombre volvió a asentir, pero esta vez cuando levantó la cabeza hacia arriba se precipitó hacia atrás cayendo al suelo de espaldas mientras hacía unos extraños espamos.
—¿Crees que está bien?— pregunto a su compañera mientras le dedicaba una preocupada mirada a aquel individuo
El extraño ofendido acepto las disculpas y la rubia por su parte evitó hacer ninguna apreciación sobre aquello. Seguramente estaría pensando en la buena oportunidad que se le había escapado para seguir puliendo sus habilidades de combate. La kusabiariana por su parte respiraba más tranquila, aunque tampoco mucho pues no sabía como podía acabar todo aquello. Y no le faltaría razón.
Tras un comentario de aquel hombre, la guerra volvío de desatarse. Les había confundido con un par de muchacho y aquello no sentó demasiado bien a la de Taki, que había sido herida en lo más hondo de su feminidad y seguramente su vanidad. Mitsuki por su parte trataba de encontrar algo en ella o en su compañera que recordase en algo a un hombre, pero no terminaba de entender como se podía errar tanto.
Noemi, visiblemente ofendida reprendió al extraño a la vez que eleveba sus atributos para dejar bien claro lo que era. A la peliblanca no le pareció el método más adecuado para dejar en evidencia el error, aunque no podía dudar de su efectividad.
El calvo pareció entornar los ojos —Un momento...— rebuscó un poco bajo su capa hasta que sacó un par de gafas. La Hyuga no pudo evitar sorprenderse al verlas, era de un tamaño jamás visto. Aquellos cristales eran desproporcionados y cuando se las colocó, multiplicaban el tamaño de aquellos pequeños ojos en decenas. El hombre aguzó la vista, clavandolos en las pechonalidad de la rubia. Su mirada se quedó fija durante un instante, tras esto una sonrisa bastante bobalicona se dibujo en su rostro.
La sonrisa del tipo iba en aumento, ahora recorría de arriba hacia abajo y a la inversa a la rubia. Un hilo de sangre se deslizó desde su nariz hasta la comisura de sus labios
—¿Se encuentra bien?— musito la de kusabi
El tipo asintió a la vez que apartaba los ojos de la rubia y los posaba en la peliblanca. Ahora sangraba por los dos lados, aquello comenzaba a ser preocupante o al menos preocupaba la Hyuga que jamás había visto algo así.
—¿Seguro?— insitió la joven al ver que la hemorragía comenzaba a ser preocupante
El hombre volvió a asentir, pero esta vez cuando levantó la cabeza hacia arriba se precipitó hacia atrás cayendo al suelo de espaldas mientras hacía unos extraños espamos.
—¿Crees que está bien?— pregunto a su compañera mientras le dedicaba una preocupada mirada a aquel individuo