4/09/2019, 15:14
Y problemas había. Un atraco, según Ayame. Los músculos de Ranko se tensaron, como si se preparasen para una batalla cercana.
"Estamos atrapadas, entonces. Hay que pensar rápido."
Como en toda pelea, Ranko sentiría la pena abandonar su cuerpo, con la emoción del combate sustituyéndola. Aunque la de la trenza no podía escuchar bien que pasaba debajo, Ayame la guiaba.
"Si puede escuchar tan bien debe ser una ninja rastreadora, como Inuzuka Etsu-san. ¿Será tan fuerte como él? Ayame-san no tiene aspecto de luchadora, mas no debería de juzgarla. ¡Mei-san no se veía tan ruda y me derrotó con sus bichitos!"
Lo que sí pudo escuchar fueron pasos, lentos y pesados, que ascendían hasta ellas. Ranko pensó rápidamente qué podría hacer, pero sus opciones eran limitadas, al menos para el momento, en su opinión: no tenía dónde ocultarse, ni ningún jutsu para hacerlo; no sabía si las puertas por las que pasaban estarían abiertas o no; por lo que lo único que restaba era atacar.
Si nada se lo impedía, intentaría avanzar tan silenciosa pero rápidamente como pudiese, pasando de Ayame, con la diestra lista para desenvainar a Higanbana, su wakizashi, y la siniestra frente a sí, en posición defensiva. Iría tan cerca de las escaleras como pudiese, y apenas viera a la persona que subía, intentaría lanzarse contra él, llevarlo contra la pared y ponerle el filo de su espada contra el cuello. Contaba con que el supuesto asaltante no esperase a nadie escaleras arriba, para que fuese un verdadero ataque sorpresa, y que fuese más fácil apresarlo.
"Estamos atrapadas, entonces. Hay que pensar rápido."
Como en toda pelea, Ranko sentiría la pena abandonar su cuerpo, con la emoción del combate sustituyéndola. Aunque la de la trenza no podía escuchar bien que pasaba debajo, Ayame la guiaba.
"Si puede escuchar tan bien debe ser una ninja rastreadora, como Inuzuka Etsu-san. ¿Será tan fuerte como él? Ayame-san no tiene aspecto de luchadora, mas no debería de juzgarla. ¡Mei-san no se veía tan ruda y me derrotó con sus bichitos!"
Lo que sí pudo escuchar fueron pasos, lentos y pesados, que ascendían hasta ellas. Ranko pensó rápidamente qué podría hacer, pero sus opciones eran limitadas, al menos para el momento, en su opinión: no tenía dónde ocultarse, ni ningún jutsu para hacerlo; no sabía si las puertas por las que pasaban estarían abiertas o no; por lo que lo único que restaba era atacar.
Si nada se lo impedía, intentaría avanzar tan silenciosa pero rápidamente como pudiese, pasando de Ayame, con la diestra lista para desenvainar a Higanbana, su wakizashi, y la siniestra frente a sí, en posición defensiva. Iría tan cerca de las escaleras como pudiese, y apenas viera a la persona que subía, intentaría lanzarse contra él, llevarlo contra la pared y ponerle el filo de su espada contra el cuello. Contaba con que el supuesto asaltante no esperase a nadie escaleras arriba, para que fuese un verdadero ataque sorpresa, y que fuese más fácil apresarlo.
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