20/09/2019, 18:37
(Última modificación: 20/09/2019, 18:38 por Aotsuki Ayame.)
Mogura no respondió, se había quedado ensimismado mirando las vistas por la ventana como un pasajero más, y no parecía que sus voluntad fuera a cambiar pronto. Cuales fueran sus intenciones antes, parecían haber quedado en el olvido.
—¿Quizá deberíamos revisar el último vagón? —sugirió Eri.
Pero Ayame hundió los hombros con un suspiro.
—Este es el último vagón. Habíamos entrado por el del centro así que como mucho quedaría el primero. Pero dudo que nos vayamos a encontrar nada raro: e, conductor ha tenido que atravesarlo para llegar a la sala de mandos, y si estos dos vagones ya estaban norm...
Una violenta sacudida cortó las palabras de Ayame, que se vio obligada a sujetarse a los asientos para no caer; Eri también consiguió mantenerse estable, pero no corrió tanta suerte el chuunin de Amegakure, que cayó al suelo con un buen culazo. Aquel día iba a salir con una bonita moradura en la parte baja de la espalda.
—Q... ¿Qué ocurre...? —farfulló Ayame, agarrándose con mayor fuerza a los asientos para resistir el constante traqueteo del vehículo.
Y es que el ferrocarril había comenzado a acelerar, el paisaje pasaba cada vez a mayor velocidad por las ventanas. Y no parecía que fuera a detenerse pronto, más bien al contrario. Cada vez iba más... y más rápido.