23/09/2019, 14:53
Después de un instante de pensarlo, la chica de la luna puntualizó algo: si se encargaban primero del bandido con el sello explosivo, la situación se haría mucho más fácil. Ranko asintió justo antes de que la mujer que formaba parte del grupo criminal subiera las escaleras. La Kusajin se tensó al escuchar sus gritos exigentes. No podía distinguir bien su rostro, y aunque pudiera, lo más probable era que no la conociese de todas maneras.
”Es solo un cuchillo. Estoy segura que la pipa de madre es más peligrosa. Puedo hacerlo. Puedo detenerla. No sé si pueda desarmarla, pero estando tan cerca puedo detenerla. Golpearla y derribarla. Puedo bloquear su brazo. Puedo detener su arma con Higanbana. Sería una menos de quien preocuparse. Puedo hacerlo.”
Vio entonces cómo Ayame, sin rechistar, alzaba las manos y seguía en silencio las órdenes de la mujer. Ranko pensó a toda la velocidad que pudo.
”Ayame-san va con ese plan. Entiendo por qué lo hace, pero… ¿sería malo encargarse de un cuarto de los enemigos? ¿Aprovechar la oportunidad?”
La mujer empujó a Ranko, mas la chica reaccionaría: Al ver a la mujer moverse para dar el empujón, la de la trenza concentraría toda su fuerza en resistir el movimiento. No haría nada más que oponerse al empujón. Así, podría estimar qué tan fuerte era la bandida, y qué tan difícil sería un combate uno contra uno, pero sin ser en exceso agresiva hacia los delincuentes.
Independientemente de si la mujer sí lograse mover a Ranko o no, la chica alzaría los brazos y comenzaría a caminar lentamente detrás de Ayame y el tabernero, si es que él también bajaba.
—Sí. —respondería a secas.
”Lo enfrento y analizo cómo superarlo” pensó, recordando un entrenamiento con su madre hacía casi un año. ”¡Ojalá pudiera analizar las cosas tan fácilmente como pego patadas! Ayame-san parece hacerlo mejor… Si puedes oírme mentalmente, Ayame-san, confío en tu plan.”
Si nada se lo impedía, bajaría entonces a la recepción, y buscaría con la mirada, tan rápidamente como pudiera, al criminal que portase eso brillante, mientras pensaba cómo se harían cargo de un explosivo en un lugar tan pequeño como aquella posada.
”Es solo un cuchillo. Estoy segura que la pipa de madre es más peligrosa. Puedo hacerlo. Puedo detenerla. No sé si pueda desarmarla, pero estando tan cerca puedo detenerla. Golpearla y derribarla. Puedo bloquear su brazo. Puedo detener su arma con Higanbana. Sería una menos de quien preocuparse. Puedo hacerlo.”
Vio entonces cómo Ayame, sin rechistar, alzaba las manos y seguía en silencio las órdenes de la mujer. Ranko pensó a toda la velocidad que pudo.
”Ayame-san va con ese plan. Entiendo por qué lo hace, pero… ¿sería malo encargarse de un cuarto de los enemigos? ¿Aprovechar la oportunidad?”
La mujer empujó a Ranko, mas la chica reaccionaría: Al ver a la mujer moverse para dar el empujón, la de la trenza concentraría toda su fuerza en resistir el movimiento. No haría nada más que oponerse al empujón. Así, podría estimar qué tan fuerte era la bandida, y qué tan difícil sería un combate uno contra uno, pero sin ser en exceso agresiva hacia los delincuentes.
Independientemente de si la mujer sí lograse mover a Ranko o no, la chica alzaría los brazos y comenzaría a caminar lentamente detrás de Ayame y el tabernero, si es que él también bajaba.
—Sí. —respondería a secas.
”Lo enfrento y analizo cómo superarlo” pensó, recordando un entrenamiento con su madre hacía casi un año. ”¡Ojalá pudiera analizar las cosas tan fácilmente como pego patadas! Ayame-san parece hacerlo mejor… Si puedes oírme mentalmente, Ayame-san, confío en tu plan.”
Si nada se lo impedía, bajaría entonces a la recepción, y buscaría con la mirada, tan rápidamente como pudiera, al criminal que portase eso brillante, mientras pensaba cómo se harían cargo de un explosivo en un lugar tan pequeño como aquella posada.
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