29/09/2019, 15:00
Ranko asintió. Enfocarse en el de los sellos. Entendido. Ayame sorprendió a la de la trenza, pues comenzó a cantar. Tenía una voz muy hermosa, podría escucharla por un largo rato. Antes de que la Kusajin le pudiese dirigir una mirada incrédula por hacer eso en una situación tan peligrosa, se dio cuenta del efecto del canto: los tres criminales comenzaron a avanzar hacia ella sin hablar, inconscientemente.
"¡Es como si estuvieran hechizados!" pensó, asombrada, pero se forzó a no maravillarse de más, pues tenía algo qué hacer.
Apenas el hombre de los explosivos se comenzaba a mover hacia Ayame, víctima de su jutsu, Ranko dio un salto hacia él, moviéndose tan rápido como pudo. Pensó que si utilizaba el Hitoshin para derribarlo y alejarlo, corría el riesgo de activar los sellos. Al estar dentro del rango, concentró chakra en su pierna izquierda y se apoyó firmemente con la derecha.
"A la cabeza, a la cabeza, a la cabeza…"
Ranko lanzó una serie de patadas veloces y potentes, tan rápidas que su pierna se tornaría borrosa por poco menos de dos segundos. Su altura y el que su objetivo estuviese totalmente pasivo le ayudaron a asestar las diez patadas instantáneas al rostro del bandido. Ranko soltó un quejido leve al poner de nuevo la siniestra en el suelo, pues se le había acalambrado.
"¡Agh! ¡Olvidaba esto!"
Ahora venía lo urgente. Estaría atenta a si el hombre caía derribado, en cuyo caso intentaría evitar que cayera de golpe al suelo, para luego arrastrarlo con cuidado pero con prisa hacia la puerta. En caso de que el hombre no cayera, sino que despertase y dejase de escuchar el canto de Ayame, Ranko prepararía un segundo Shunjukkyaku, esta vez con su pierna derecha. La chica esperaba que no fuese necesario.
"¡Es como si estuvieran hechizados!" pensó, asombrada, pero se forzó a no maravillarse de más, pues tenía algo qué hacer.
Apenas el hombre de los explosivos se comenzaba a mover hacia Ayame, víctima de su jutsu, Ranko dio un salto hacia él, moviéndose tan rápido como pudo. Pensó que si utilizaba el Hitoshin para derribarlo y alejarlo, corría el riesgo de activar los sellos. Al estar dentro del rango, concentró chakra en su pierna izquierda y se apoyó firmemente con la derecha.
"A la cabeza, a la cabeza, a la cabeza…"
Ranko lanzó una serie de patadas veloces y potentes, tan rápidas que su pierna se tornaría borrosa por poco menos de dos segundos. Su altura y el que su objetivo estuviese totalmente pasivo le ayudaron a asestar las diez patadas instantáneas al rostro del bandido. Ranko soltó un quejido leve al poner de nuevo la siniestra en el suelo, pues se le había acalambrado.
"¡Agh! ¡Olvidaba esto!"
Ahora venía lo urgente. Estaría atenta a si el hombre caía derribado, en cuyo caso intentaría evitar que cayera de golpe al suelo, para luego arrastrarlo con cuidado pero con prisa hacia la puerta. En caso de que el hombre no cayera, sino que despertase y dejase de escuchar el canto de Ayame, Ranko prepararía un segundo Shunjukkyaku, esta vez con su pierna derecha. La chica esperaba que no fuese necesario.
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