30/09/2019, 22:13
Yuuna y Katsudon se miraron. Katsudon dejó el timón. Suavemente, empujó a Reiji hacia él y le colocó las manos en la madera.
—Si-si estás ta-tan optimista, p-por favor llévalo tú —pidió Katsudon, que salió corriendo de la cabina y bajó las escaleras a trompicones.
—¿Pero qué...? ¿A dónde...?
—Eh... ugh. Bueno, pues voy a subir allá arriba y te pego un grito si veo algo. Trata de... bueno, no sé. —Una nerviosa Yuuna salió por la puerta también, pero en lugar de bajar, rodeó la cabina. Reiji la escuchó subir por una escalera metálica de servicio. Clonk, clonk, clonk.
Bien. Y ahora, ¿cómo orientarse? Allá había un mapa de Oonindo, aunque con extraños símbolos y números que Reiji no podía entender muy bien, y una brújula. Según la brújula, el norte quedaba a 45 grados hacia la derecha de su rumbo actual.
—Si-si estás ta-tan optimista, p-por favor llévalo tú —pidió Katsudon, que salió corriendo de la cabina y bajó las escaleras a trompicones.
—¿Pero qué...? ¿A dónde...?
¡BLLURUARRHARRHRHGH!
—Eh... ugh. Bueno, pues voy a subir allá arriba y te pego un grito si veo algo. Trata de... bueno, no sé. —Una nerviosa Yuuna salió por la puerta también, pero en lugar de bajar, rodeó la cabina. Reiji la escuchó subir por una escalera metálica de servicio. Clonk, clonk, clonk.
Bien. Y ahora, ¿cómo orientarse? Allá había un mapa de Oonindo, aunque con extraños símbolos y números que Reiji no podía entender muy bien, y una brújula. Según la brújula, el norte quedaba a 45 grados hacia la derecha de su rumbo actual.