1/10/2019, 22:45
Reiji confiaba plenamente en Yuuna. Para Katsudon estaba bien. Si el muchacho hablaba de ella con esa confianza, él tampoco tendría dudas.
—Oh, no, no, que yo sepa esos exiliados no se afilian con ningún símbolo, y si lo hiciesen, ¿no tendría más sentido que el Señor Feudal del País del Agua recuperase la antigua villa de Kirigakure? —dijo Katsudon—. En cuanto al cargamento, aquí sólo hay comida, especias y té. Supongo que lo que los samurai no puedan producir. Te lo digo porque registré todo el barco hasta que encontré los almacenes. —Ya, y seguro que Katsudon no se había conformado con las sobrias raciones de los marineros. Por eso había tomado prestada esa carne de tan buena calidad del propio cargamento.
De pronto, la voz de Yuuna les sorprendió, desde lo alto.
—¡Reiji-kun! ¡Tierra a la vista! ¡Lejos, pero tierra a la vista! ¡Salid un momento!
Katsudon salió por la puerta. Si Reiji le acompañaba, vería por qué Yuuna le había dicho que saliese. Había tierra, en efecto, y estaba lejos, muy lejos, en efecto. Tan sólo un par de manchas en el horizonte.
¿Y por qué un par? Porque había tierra... a la izquierda, y a la derecha.
—¿Hacia dónde irás, oh, capitán mi capitán?
—Oh, no, no, que yo sepa esos exiliados no se afilian con ningún símbolo, y si lo hiciesen, ¿no tendría más sentido que el Señor Feudal del País del Agua recuperase la antigua villa de Kirigakure? —dijo Katsudon—. En cuanto al cargamento, aquí sólo hay comida, especias y té. Supongo que lo que los samurai no puedan producir. Te lo digo porque registré todo el barco hasta que encontré los almacenes. —Ya, y seguro que Katsudon no se había conformado con las sobrias raciones de los marineros. Por eso había tomado prestada esa carne de tan buena calidad del propio cargamento.
De pronto, la voz de Yuuna les sorprendió, desde lo alto.
—¡Reiji-kun! ¡Tierra a la vista! ¡Lejos, pero tierra a la vista! ¡Salid un momento!
Katsudon salió por la puerta. Si Reiji le acompañaba, vería por qué Yuuna le había dicho que saliese. Había tierra, en efecto, y estaba lejos, muy lejos, en efecto. Tan sólo un par de manchas en el horizonte.
¿Y por qué un par? Porque había tierra... a la izquierda, y a la derecha.
—¿Hacia dónde irás, oh, capitán mi capitán?
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