3/10/2019, 13:50
No recordaba cuándo había sido la última vez que había salido de la Villa del Remolino, pero estaba seguro que había sido hacía mucho tiempo, por lo que en cuanto su padre le comentó que tenía que ir a Minori para visitar a un amigo suyo, distribuidor de la mayoría de las verduras del restaurante, el pequeño de la familia se apuntó sin pensárselo dos veces, un viaje como aquel sería un buen momento para fijarse alguna meta, tal y como había hablado con Datsue, y podía aprovechar para pensar en ello detenidamente.
Se habían hospedado en un hostal situado en el centro del pueblo, nada demasiado ostentoso, una habitación para ambos, y un pequeño restaurante propio donde podrían comer si querían.
—Bueno Riko, hoy voy a ir a hablar con mi amigo, así que puedes aprovechar para dar una vuelta por el pueblo, pero te quiero en el hotel a una hora prudente, ¿vale?
El chico asintió, y momentos después cada uno inició su camino. Riko, en lugar de ir a visitar el pueblo, que tampoco tenía mucho que ofrecer a simple vista, decidió irse a las afueras, un lugar tranquilo donde poder meditar, pensar o incluso hacer algún entrenamiento rápido si podía.
Tras apenas diez minutos andando ya había salido del pueblo y se encontraba sentado en una roca de un tamaño considerable, junto a un camino que conducía a Minori, mirando al cielo y tratando de pensar en cómo podría mejorar lo más rápido posible.
Se habían hospedado en un hostal situado en el centro del pueblo, nada demasiado ostentoso, una habitación para ambos, y un pequeño restaurante propio donde podrían comer si querían.
—Bueno Riko, hoy voy a ir a hablar con mi amigo, así que puedes aprovechar para dar una vuelta por el pueblo, pero te quiero en el hotel a una hora prudente, ¿vale?
El chico asintió, y momentos después cada uno inició su camino. Riko, en lugar de ir a visitar el pueblo, que tampoco tenía mucho que ofrecer a simple vista, decidió irse a las afueras, un lugar tranquilo donde poder meditar, pensar o incluso hacer algún entrenamiento rápido si podía.
Tras apenas diez minutos andando ya había salido del pueblo y se encontraba sentado en una roca de un tamaño considerable, junto a un camino que conducía a Minori, mirando al cielo y tratando de pensar en cómo podría mejorar lo más rápido posible.