7/10/2019, 12:56
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El estruendo se las olas del mar tuvo el valor de sobreponerse a mi canción. ¿Como se atrevía? ¿Quien se había creído que era? Ahora que ya casi tenía a Katsudon animado de nuevo.
Pero eso no fue lo peor de todo. No señor. Lo peor vino a continuación. El fuerte oleaje golpeo el barco y lo hizo inclinarse, haciéndome caer y haciendo girar el timón a la derecha. Lejos del ansiado tesoro.
El golpe contra el suelo fue horrible. No por el chichón que me quedaría luego, si no por la herida del pecho, que no estaba curada. Sise cuando el dolor me recorrío todo el cuerpo. Esperaba no caer al agua, por que como la herida entrara en contacto con la sal marina, si que iba a doler pero bien. Tenían que haberla cerrado con la espada.
Yuuna y Katsudon también parecían haber caído al suelo, pero había algo mas.
—¡¡Ahhhhhh!! ¿¡QUÉ ES ESA COSA!?
—¡Tentáculos, son tentáculos!
—¿Pero que cojonoes....?
Desde el suelo de la cabina se podía ver uno de los tentáculos, grande y morado. Por algún motivo, ahora soplaba un viento que antes parecía estar más tranquilo. ¿Que estaba pasando? ¿De verdad había seres tan grandes en Oonido?
—¿¡Pero qué es esto!? ¡Estamos... estamos... AAAAH!
Me levanté como pude para ver que estaba pasando. Pero si eso era un ser vivo, se le podía matar.
—¡Seguro que podemos pelear con esa cosa! ¡No perdáis la calma!
Aunque yo no estaba muy en condiciones de pelear... Y Katsudon... Katsudon parecía muy perdido desde que había descubierto que no quedaba nadie para manejar el barco.
Como le había dicho a Datsue, los dioses me odiaban. Por qué, si no eran los dioses ¿Quien había enviado esa jodida criatura? ¿No habían tenido suficiente con joderme mi vida de ninja?
Y el primero que estaba perdiendo la calma, era yo. Herido, prácticamente indefenso, tan cerca y tan lejos de tierra y con dos compañeros tan asustados o más que yo.