8/10/2019, 00:19
—¡Reiji, es injusto que me compares con...! Reiji-kun, por favor, no. Pero... ¡Ah, joder, vale, vale! ¡Hachibi, aún no has contestado qué quieres de nosotros!
No era injusto. Era la verdad. Y debería darles vergüenza a ambos, un bijuu gigante y hombre adulto que se hacia gigante, pelearse como dos niños recién entrados a la academia.
—Preferiría que me llamases Gyūki. Y también que me tratases con un poco de educación.
—¡Tú me llamaste gordo cabrón! ¿¡Dónde estaba tu educación entonces!?
—Está bien, está bien, perdona.
¡Por fin! Un poco de calma. Estaban entrandome unas ganas terribles de saltar por la borda y nadar lejos. Y allí se quedarían esos dos peleándose por tonterías.
—Oye, Gyūki, perdona que te interrumpa, pero en serio —Hablo por fin, la única que se estaba comportando—. ¿Cómo es que estás...?
—Esta resurrección ha sido más rápida que la de la última vez, y prefiero interpretarlo como una oportunidad del destino. Siento mucho lo de Hagane-kun.
¿Resurrección? De que estaban hablando. Me había perdió mas que un pingüino en el desierto del pais del viento.
—No... no importa... ¿Qué...?
—Sí, sí. Cuanto antes mejor. Aparte de que os acabo de salvar la vida...
¿Que? ¡Pero si íbamos por el camino correcto! Directos al tesoro.
—¿Levantándonos por los aires? —Eso, eso. Esta vez si estaba con Katsudon. Mi manejo del barco era inigualable.
—¡Vuestro pirata os estaba llevando directos a la Costa de las Olas Rompientes. No hay navío que soporte el temporal allí. Habríais naufragado.
—Eh, eh. Quietos. Ninguno se vosotros ha tenido el valor para ponerse a manejar el barco, ahora no me miréis así.
¡Encima! Si no fuera por mi, el barco iría perdido por mitad de alguno de los setenta y cuatro mares de Oonido.
—¿Hacia dónde se supone que íbais?
—Hacia el lado contrario, a casa.
—Si sabías para donde había que ir, haberlo dicho. Ni que yo supiera leer un mapa. Solo me guiaba por mi olfato de marinero novato. Ya sabes, la suerte del principiante.
—Ay... En fin. Dejad que os cuente un momento. Normalmente, entre nosotros los bijuu nos podemos comunicar telepáticamente. Hacemos reuniones periódicas en las que nos contamos qué tal nos va. Incluso los que están dentro de un jinchuuriki, claro.
»Desde que Kurama se apropió del cuerpo de su jinchuuriki y comenzó su vil proyecto, nosotros los bijuu no hemos siquiera sentido su chakra en la conexión telepática. Ergo, creíamos que su nueva condición en un cuerpo humano le había impedido acceder a dicha conexión.
»No obstante, yo recuerdo haber comunicado a mis demás hermanos mi decisión de colaborar plenamente con Hagane después de que él se fuera. Y cuando vino para tratar de hacer lo que él llama liberarnos, hizo varios comentarios que me convencieron de que... sí tiene acceso a esas reuniones. Y lo que es peor, únicamente para espiarnos a los demás.
Estaban hablando de cosas muy complicadas para mí y no me estaba enterando de la mitad de la conversación. Pero yo hacía como que le estaba siguiendo todo lo que decía.
—No se lo he dicho a los demás, pero decidí colaborar con Hagane precisamente por lo que está tratando de hacer Kurama. Antes de morir, nuestro Padre nos advirtió de que un mal amenazaría a Oonindo, y que estaba relacionado con la ambición que crece entre seres que se creen bondadosos. Todo este tiempo lo hemos relacionado con los humanos. Pero las profecías son algo complicado, ¿sabéis?
Pues no, no lo sabia. De barcos y de piratas torpes, si, pero de profecías... Ni la mas minima idea.
»Creo firmemente que Kurama se ha convertido en ese mal, malinterpretando las palabras de Padre. Y como Padre nos instruyó, decidí colaborar codo con codo junto a los humanos para proteger cuanto pudiera este mundo.
—Cuando hablas de Padre, te refieres a... ¿Rikudou-sennin?
¿Ves? si es que al final yo tenía razón. No eramos tan diferentes. Si los ninjas descendían se Rikudou y los bijuus también... Entonces eramos como hermanos. Aunque unos le habían salido un poco mas grandes e intimidantes... Y quizás se le había ido la mano dándoles poder...
Y otros... Le habíamos salido muy mal. Un poco de mimo no me habria venido nada mal.
—¿¡De quién si no!?
—Pero no lo entiendo, Gyūki. ¿Qué tenemos que ver nosotros en esto?
—Kurama ha sucumbido a la misma ambición que los líderes de las antiguas Cinco Grandes Aldeas, y está cometiendo los mismos errores. Quiere conquistar todo Oonindo. Cree que así logrará la paz definitiva, pero está cayendo en la misma tendencia expansionista que llevó a los humanos a utilizarnos.
—¡Morirán miles! —exclamó Katsudon.
—!Entonces hay que detenerlo cuanto antes!
—Cuando traté de mostrarle cual era su error y descubrió que colaboraba con Hagane-kun, enloqueció por completo. Le dijimos que le pararíamos los pies y fue mucho peor. Trató de vencer a Hagane para, según sus palabras, revertir el sello y hacerme ver la verdad. Claro, su verdad, no te jode. Pero mi jinchuuriki se practicó el seppuku justo antes de que pudiera hacerlo. Justo antes de que yo muriese, amenazó con buscarme y vengarse de mi. Imagino que sellándome en algún lugar remoto en una puta vasija.
Su hermano estaba un poco mal de la cabeza, la verdad.
»Así que viajo por los mares, refugiándome y permaneciéndome oculto, siempre vigilando por si veo algún barco con sus ninjas para matarlos antes de que se acerquen lo suficiente a mi como para descubrirme y avisar a ese puto zorro. Antes vi en el agua flotando algunos cadáveres suyos. Seguí un rastro de espuma y os encontré. Creí que habría más.
—Nos atacaron. Así que los matamos. Pero acabaron también con la tripulación.
Así que los del copo de nieve... Eran ninjas que servían a un bijuu. Bueno, esa información si que la entendía ¡Por fin!
—Pero... Esos ninjas eran humanos...¿por que sirven a alguien que les odia?
—El por qué es un misterio, quizás Kurama siga queriéndose vengar del Hierro cortando los suministros de comida del continente —si al final iba yo a tener razón y todo...—. Pero no cambiemos de tema. A ver, ninjas. No puedo comunicarme telepáticamente con mis hermanos, porque Kurama descubriría que estoy vivo, y no pararía hasta encontrarme —explicó—. Necesito que habléis con ellos y les mandéis un mensaje de mi parte.
»Contadles mi historia. Decidles que es el momento de colaborar con sus jinchuuriki, de unir fuerzas con todos los humanos. Decidles que no tengan miedo y hablen, que hablen y que convenzan. Y que esta vez se dejen convencer por mi advertencia:
A mi no terminaba de encajarse alguna cosa. Quizás, por que no había entendido la mitad de su discurso. O quizás, por que lo que había entendido, lo había entendido mal.
»Kurama se ha convertido en la amenaza de la que nos advirtió Padre, y más pronto que tarde, tendremos que detenerlo. O todos perderemos. Imagino que os costará convencer a alguno de ellos. Especialmente a Kokuō. No creo que haga falta decir mucho para convencer a Shukaku de pelear contra Kurama
—¿Imaginas que nos costará? Dejame hacerte un par de preguntas. ¿Por que tus hermanos iban a querer unirse a los humanos para pelear contra Kurama y el resto de hermanos tuyos que se le unan? Si tu mismo has dicho antes que, todavía estabas cabreado por qué los humanos te habían utilizado para que pelearas con tus hermanos.
»Y, siguiendo por esa linea, ¿Por que iban a creernos a nosotros? ¿Quienes somos para que nos crean? Un Jounin que parece que no le gusta la idea de colaborar con vosotros y un ninja que no se atreve a llamarse a si mismo ninja. Menudos mensajeros eliges colega, y tu te reías de mi forma de llevar el barco.
»Y por ultimo... ¿Qué harás tu mientras tus hermanos pelean contra Kurama y salva el mundo? No puedes pedirle a nadie que de la cara y luche si tu no das ejemplo. Te van a contestar algo como: "¿Por que tengo que pelear yo mientras tu te escondes?"
Aunque lo pareciera, no le estaba llamando cobarde. Solo expresaba mi punto de vista. Yo seria incapaz de exigirle a nadie que peleara, sin unirme yo mismo a la pelea.
No era injusto. Era la verdad. Y debería darles vergüenza a ambos, un bijuu gigante y hombre adulto que se hacia gigante, pelearse como dos niños recién entrados a la academia.
—Preferiría que me llamases Gyūki. Y también que me tratases con un poco de educación.
—¡Tú me llamaste gordo cabrón! ¿¡Dónde estaba tu educación entonces!?
—Está bien, está bien, perdona.
¡Por fin! Un poco de calma. Estaban entrandome unas ganas terribles de saltar por la borda y nadar lejos. Y allí se quedarían esos dos peleándose por tonterías.
—Oye, Gyūki, perdona que te interrumpa, pero en serio —Hablo por fin, la única que se estaba comportando—. ¿Cómo es que estás...?
—Esta resurrección ha sido más rápida que la de la última vez, y prefiero interpretarlo como una oportunidad del destino. Siento mucho lo de Hagane-kun.
¿Resurrección? De que estaban hablando. Me había perdió mas que un pingüino en el desierto del pais del viento.
—No... no importa... ¿Qué...?
—Sí, sí. Cuanto antes mejor. Aparte de que os acabo de salvar la vida...
¿Que? ¡Pero si íbamos por el camino correcto! Directos al tesoro.
—¿Levantándonos por los aires? —Eso, eso. Esta vez si estaba con Katsudon. Mi manejo del barco era inigualable.
—¡Vuestro pirata os estaba llevando directos a la Costa de las Olas Rompientes. No hay navío que soporte el temporal allí. Habríais naufragado.
—Eh, eh. Quietos. Ninguno se vosotros ha tenido el valor para ponerse a manejar el barco, ahora no me miréis así.
¡Encima! Si no fuera por mi, el barco iría perdido por mitad de alguno de los setenta y cuatro mares de Oonido.
—¿Hacia dónde se supone que íbais?
—Hacia el lado contrario, a casa.
—Si sabías para donde había que ir, haberlo dicho. Ni que yo supiera leer un mapa. Solo me guiaba por mi olfato de marinero novato. Ya sabes, la suerte del principiante.
—Ay... En fin. Dejad que os cuente un momento. Normalmente, entre nosotros los bijuu nos podemos comunicar telepáticamente. Hacemos reuniones periódicas en las que nos contamos qué tal nos va. Incluso los que están dentro de un jinchuuriki, claro.
»Desde que Kurama se apropió del cuerpo de su jinchuuriki y comenzó su vil proyecto, nosotros los bijuu no hemos siquiera sentido su chakra en la conexión telepática. Ergo, creíamos que su nueva condición en un cuerpo humano le había impedido acceder a dicha conexión.
»No obstante, yo recuerdo haber comunicado a mis demás hermanos mi decisión de colaborar plenamente con Hagane después de que él se fuera. Y cuando vino para tratar de hacer lo que él llama liberarnos, hizo varios comentarios que me convencieron de que... sí tiene acceso a esas reuniones. Y lo que es peor, únicamente para espiarnos a los demás.
Estaban hablando de cosas muy complicadas para mí y no me estaba enterando de la mitad de la conversación. Pero yo hacía como que le estaba siguiendo todo lo que decía.
—No se lo he dicho a los demás, pero decidí colaborar con Hagane precisamente por lo que está tratando de hacer Kurama. Antes de morir, nuestro Padre nos advirtió de que un mal amenazaría a Oonindo, y que estaba relacionado con la ambición que crece entre seres que se creen bondadosos. Todo este tiempo lo hemos relacionado con los humanos. Pero las profecías son algo complicado, ¿sabéis?
Pues no, no lo sabia. De barcos y de piratas torpes, si, pero de profecías... Ni la mas minima idea.
»Creo firmemente que Kurama se ha convertido en ese mal, malinterpretando las palabras de Padre. Y como Padre nos instruyó, decidí colaborar codo con codo junto a los humanos para proteger cuanto pudiera este mundo.
—Cuando hablas de Padre, te refieres a... ¿Rikudou-sennin?
¿Ves? si es que al final yo tenía razón. No eramos tan diferentes. Si los ninjas descendían se Rikudou y los bijuus también... Entonces eramos como hermanos. Aunque unos le habían salido un poco mas grandes e intimidantes... Y quizás se le había ido la mano dándoles poder...
Y otros... Le habíamos salido muy mal. Un poco de mimo no me habria venido nada mal.
—¿¡De quién si no!?
—Pero no lo entiendo, Gyūki. ¿Qué tenemos que ver nosotros en esto?
—Kurama ha sucumbido a la misma ambición que los líderes de las antiguas Cinco Grandes Aldeas, y está cometiendo los mismos errores. Quiere conquistar todo Oonindo. Cree que así logrará la paz definitiva, pero está cayendo en la misma tendencia expansionista que llevó a los humanos a utilizarnos.
—¡Morirán miles! —exclamó Katsudon.
—!Entonces hay que detenerlo cuanto antes!
—Cuando traté de mostrarle cual era su error y descubrió que colaboraba con Hagane-kun, enloqueció por completo. Le dijimos que le pararíamos los pies y fue mucho peor. Trató de vencer a Hagane para, según sus palabras, revertir el sello y hacerme ver la verdad. Claro, su verdad, no te jode. Pero mi jinchuuriki se practicó el seppuku justo antes de que pudiera hacerlo. Justo antes de que yo muriese, amenazó con buscarme y vengarse de mi. Imagino que sellándome en algún lugar remoto en una puta vasija.
Su hermano estaba un poco mal de la cabeza, la verdad.
»Así que viajo por los mares, refugiándome y permaneciéndome oculto, siempre vigilando por si veo algún barco con sus ninjas para matarlos antes de que se acerquen lo suficiente a mi como para descubrirme y avisar a ese puto zorro. Antes vi en el agua flotando algunos cadáveres suyos. Seguí un rastro de espuma y os encontré. Creí que habría más.
—Nos atacaron. Así que los matamos. Pero acabaron también con la tripulación.
Así que los del copo de nieve... Eran ninjas que servían a un bijuu. Bueno, esa información si que la entendía ¡Por fin!
—Pero... Esos ninjas eran humanos...¿por que sirven a alguien que les odia?
—El por qué es un misterio, quizás Kurama siga queriéndose vengar del Hierro cortando los suministros de comida del continente —si al final iba yo a tener razón y todo...—. Pero no cambiemos de tema. A ver, ninjas. No puedo comunicarme telepáticamente con mis hermanos, porque Kurama descubriría que estoy vivo, y no pararía hasta encontrarme —explicó—. Necesito que habléis con ellos y les mandéis un mensaje de mi parte.
»Contadles mi historia. Decidles que es el momento de colaborar con sus jinchuuriki, de unir fuerzas con todos los humanos. Decidles que no tengan miedo y hablen, que hablen y que convenzan. Y que esta vez se dejen convencer por mi advertencia:
A mi no terminaba de encajarse alguna cosa. Quizás, por que no había entendido la mitad de su discurso. O quizás, por que lo que había entendido, lo había entendido mal.
»Kurama se ha convertido en la amenaza de la que nos advirtió Padre, y más pronto que tarde, tendremos que detenerlo. O todos perderemos. Imagino que os costará convencer a alguno de ellos. Especialmente a Kokuō. No creo que haga falta decir mucho para convencer a Shukaku de pelear contra Kurama
—¿Imaginas que nos costará? Dejame hacerte un par de preguntas. ¿Por que tus hermanos iban a querer unirse a los humanos para pelear contra Kurama y el resto de hermanos tuyos que se le unan? Si tu mismo has dicho antes que, todavía estabas cabreado por qué los humanos te habían utilizado para que pelearas con tus hermanos.
»Y, siguiendo por esa linea, ¿Por que iban a creernos a nosotros? ¿Quienes somos para que nos crean? Un Jounin que parece que no le gusta la idea de colaborar con vosotros y un ninja que no se atreve a llamarse a si mismo ninja. Menudos mensajeros eliges colega, y tu te reías de mi forma de llevar el barco.
»Y por ultimo... ¿Qué harás tu mientras tus hermanos pelean contra Kurama y salva el mundo? No puedes pedirle a nadie que de la cara y luche si tu no das ejemplo. Te van a contestar algo como: "¿Por que tengo que pelear yo mientras tu te escondes?"
Aunque lo pareciera, no le estaba llamando cobarde. Solo expresaba mi punto de vista. Yo seria incapaz de exigirle a nadie que peleara, sin unirme yo mismo a la pelea.