8/10/2019, 21:10
Ambas kunoichi estaban al borde de la desesperación sin una idea en la mente, hasta que un rayo de esperanza cruzó la mente de Ayame, quien, rápidamente, se giró al conductor.
¡Señor! —exclamó de repente—. ¿Cómo dijo que funcionaba este armatoste?
El conductor iba a replicar ante la forma de llamar al armatoste de Ayame, pero lo calló enseguida, urgiéndole que contestase a su pregunta.
—¡Como iba diciendo, El Imparable cuenta con la máxima tecnología de Amegakure! Su corazón son las baterías hidroeléctricas, que alimentan to...
«¿Baterías?» Eri no replicó en ningún momento en cuanto echaron prácticamente a correr en dirección a las baterías del tren. Con suerte para ellos no hubo mayores dificultades al llegar a un lugar estrecho, con un panel lleno de botones y cosas que Eri no alcanzó a entender para qué servían.
Volvió a sentir un escalofrío al ver como Ushi se comenzaba a ver a lo lejos.
Bajó la mirada para ver como el señor abría un cajón y enseñaba lo que parecía ser lo hacía funcionar el tren. No entendía nada al verlo, pero si era importante...
—A... aquí están... —tartamudeó el conductor, apartándose—. ¿Qué van a hacer?
Ayame no respondió al conductor, sin embargo, decidió inflar su brazo derecho.
—Destruyámoslas —dijo mirando seriamente a Eri. La Uzumaki asintió sin mediar palabra, y sin perder más tiempo, creó una bola de chakra que rotaba sin cesar que poco a poco fue haciéndose más grande de lo normal en su mano.
Sin esperar, hundió esa bola de chakra en lo que habían llamado las baterías.
¡Señor! —exclamó de repente—. ¿Cómo dijo que funcionaba este armatoste?
El conductor iba a replicar ante la forma de llamar al armatoste de Ayame, pero lo calló enseguida, urgiéndole que contestase a su pregunta.
—¡Como iba diciendo, El Imparable cuenta con la máxima tecnología de Amegakure! Su corazón son las baterías hidroeléctricas, que alimentan to...
«¿Baterías?» Eri no replicó en ningún momento en cuanto echaron prácticamente a correr en dirección a las baterías del tren. Con suerte para ellos no hubo mayores dificultades al llegar a un lugar estrecho, con un panel lleno de botones y cosas que Eri no alcanzó a entender para qué servían.
Volvió a sentir un escalofrío al ver como Ushi se comenzaba a ver a lo lejos.
Bajó la mirada para ver como el señor abría un cajón y enseñaba lo que parecía ser lo hacía funcionar el tren. No entendía nada al verlo, pero si era importante...
—A... aquí están... —tartamudeó el conductor, apartándose—. ¿Qué van a hacer?
Ayame no respondió al conductor, sin embargo, decidió inflar su brazo derecho.
—Destruyámoslas —dijo mirando seriamente a Eri. La Uzumaki asintió sin mediar palabra, y sin perder más tiempo, creó una bola de chakra que rotaba sin cesar que poco a poco fue haciéndose más grande de lo normal en su mano.
Sin esperar, hundió esa bola de chakra en lo que habían llamado las baterías.