10/10/2019, 13:28
Akame escuchó, interesado, la historia que unía a aquellos dos tipos tan distintos. Para su sorpresa, no era una nueva aventura que se hubieran corrido juntos, sino una confrontación que gracias a la agresiva manera de afrontar los problemas de Kaido, y su imponente musculatura —dedujo el Uchiha— había acabado con Yota y Daigo —«no me suena ese»— saliendo con el rabo entre las piernas de aquella taberna en la que el escualo se había parado a descansar. Cuando su compañero dijo aquello de "¡yo, Kaido, un criminal! ¿Puedes creerlo?", Akame tuvo que aguantarse una risotada, pero en su lugar se limitó a levantar ambas manos y encogerse de hombros como diciendo "hoy en día me creo cualquier cosa, socio".
Al final, el Uchiha se echó unas breves carcajadas, sanísimas, mientras Yota trataba de excusarse. Para Akame, que les conocía a ambos desde hacía un tiempo, la historieta no pasaba de ser un chiste pesado de Kaido a los pobres kusajin; «debieron de pegarse un buen susto, desde luego.»
—Coño, pero Yota-kun. Deberíais haberle dado una buena tunda a este Tiburón tan presuntuoso, para bajarle los humos —añadió, de buena gana, guiñándole un ojo con complicidad a Kaido—. ¿Y qué hicisteis entonces? Me imagino que el entuerto se acabó resolviendo de alguna manera.
Los cuchicheos alrededor de ambos dragones no tardaron en empezar. A Akame le daba exactamente igual, pero en cierto modo le preocupaba que su té todavía no hubiese llegado. «Mierda... ¿Se habrán asustado por culpa de Kaido? Tampoco les puedo culpar, menudo bigardo está hecho. Se nota que ha estado haciendo pesas...» Con un gesto de su mano derecha, el Uchiha volvió a llamar al mesero para reclamar su té.
—¿Tú quieres algo de beber, socio? —preguntó a Kaido.
Al final, el Uchiha se echó unas breves carcajadas, sanísimas, mientras Yota trataba de excusarse. Para Akame, que les conocía a ambos desde hacía un tiempo, la historieta no pasaba de ser un chiste pesado de Kaido a los pobres kusajin; «debieron de pegarse un buen susto, desde luego.»
—Coño, pero Yota-kun. Deberíais haberle dado una buena tunda a este Tiburón tan presuntuoso, para bajarle los humos —añadió, de buena gana, guiñándole un ojo con complicidad a Kaido—. ¿Y qué hicisteis entonces? Me imagino que el entuerto se acabó resolviendo de alguna manera.
Los cuchicheos alrededor de ambos dragones no tardaron en empezar. A Akame le daba exactamente igual, pero en cierto modo le preocupaba que su té todavía no hubiese llegado. «Mierda... ¿Se habrán asustado por culpa de Kaido? Tampoco les puedo culpar, menudo bigardo está hecho. Se nota que ha estado haciendo pesas...» Con un gesto de su mano derecha, el Uchiha volvió a llamar al mesero para reclamar su té.
—¿Tú quieres algo de beber, socio? —preguntó a Kaido.