12/10/2019, 00:58
(Última modificación: 12/10/2019, 00:58 por Uzumaki Eri.)
Ambas lanzaron su ataque combinado a las baterías, haciendo que todo el ferrocarril temblase ante la súbita descarga de chakra que recibía. Un chispazo hizo que sus rostros se iluminasen y la electricidad que descargó el gran golpe que la batería había recibido recorrió sus cuerpos. Eri gritó al mismo tiempo que Ayame, sintiendo un gran dolor recorriéndole todo su cuerpo por culpa de la descarga que acaba de sentir, haciendo que se alejase como si de un actoreflejo se tratara, cayendo junto a la kunoichi de la lluvia por lo que acababa de recibir, jadeante mientras observaba como todo a su alrededor se apagaba.
Pero la velocidad no parecía aminorar ni un ápice.
—¿Qué está pasando? ¡Creía que si destruíamos los motores pararíamos este cacharro!
Eri se mordió el labio inferior mientras intentaba incorporarse de nuevo.
—¡Los motores ya no alimentan la maquinaria, señorita, pero El Imparable no se va a parar en seco así como así! ¡Es la inercia del movimiento la que nos está conduciendo ahora!
«Por inercia...»
—¡No puede ser! —se quejó la pelirroja—. A este ritmo, Ushi... —volvió a mirar a Ayame—. No podría desviar el trayecto del tren con mis cadenas, seguramente me arrancarían el brazo... No puedo darle una descarga porque... ¡porque ya hemos destrozado las baterías! —exclamaba la chica tirándose de los pelos —. Y no podría sellar el tren, necesitaría mucho tiempo y no tenemos tiempo...
Se le agotaban todas las ideas y ahora solo pensaba en que ojalá al menos parase antes de llegar al pueblo, pero por la velocidad a la que iban era realmente improbable.
—Y tampoco podría desviar las vías... —maldijo—. No sé qué hacer.... —confesó, horriblemente disgustada—. No sé qué hacer...
Pero la velocidad no parecía aminorar ni un ápice.
—¿Qué está pasando? ¡Creía que si destruíamos los motores pararíamos este cacharro!
Eri se mordió el labio inferior mientras intentaba incorporarse de nuevo.
—¡Los motores ya no alimentan la maquinaria, señorita, pero El Imparable no se va a parar en seco así como así! ¡Es la inercia del movimiento la que nos está conduciendo ahora!
«Por inercia...»
—¡No puede ser! —se quejó la pelirroja—. A este ritmo, Ushi... —volvió a mirar a Ayame—. No podría desviar el trayecto del tren con mis cadenas, seguramente me arrancarían el brazo... No puedo darle una descarga porque... ¡porque ya hemos destrozado las baterías! —exclamaba la chica tirándose de los pelos —. Y no podría sellar el tren, necesitaría mucho tiempo y no tenemos tiempo...
Se le agotaban todas las ideas y ahora solo pensaba en que ojalá al menos parase antes de llegar al pueblo, pero por la velocidad a la que iban era realmente improbable.
—Y tampoco podría desviar las vías... —maldijo—. No sé qué hacer.... —confesó, horriblemente disgustada—. No sé qué hacer...