12/10/2019, 14:04
Ranko se detuvo en una zona bastante amplia de la calle, rodeada de aquellas casitas construidas al estilo traidicional que caracterizaba al agradable pueblo de Yachi. Y tras dejar al bandido en el suelo aspiró profundo y soltó una nueva exclamación:
—¡ESTÁ AQUÍ! ¡ALÉJENSE DE LA BOMBA! ¡ALÉJENSE DE AQUÍ!
Y sus gritos invocaron una nueva invocación. Los habitantes de las casitas salieron a todo correr entre alaridos de terror y gritos alarmados. Pronto, la kunoichi de Kusagakure se quedó completamente a solas con el bandido inconsciente, y decidió abandonarlo allí a su suerte mientras volvía corriendo a Cucurbita. Cuando abrió la puerta, se encontró con que no quedaba nadie en la posada, a excepción de Ayame y dos de los bandidos: ambos yacían inconscientes, uno con las manos atadas tras la espalda con hilo shinobi y el otro en una postura similar pero esposado. De la mujer no había rastro aún. Afortunadamente, parecía que los rehenes habían podido escapar sin problemas.
—¿Ranko-san? —preguntó Ayame, evidentemente sorprendida por el regreso de la kunoichi de Kusagakure en solitario. Jadeaba ligeramente, pero no parecía estar herida—. ¿Y el otro dónde esta?
—¡ESTÁ AQUÍ! ¡ALÉJENSE DE LA BOMBA! ¡ALÉJENSE DE AQUÍ!
Y sus gritos invocaron una nueva invocación. Los habitantes de las casitas salieron a todo correr entre alaridos de terror y gritos alarmados. Pronto, la kunoichi de Kusagakure se quedó completamente a solas con el bandido inconsciente, y decidió abandonarlo allí a su suerte mientras volvía corriendo a Cucurbita. Cuando abrió la puerta, se encontró con que no quedaba nadie en la posada, a excepción de Ayame y dos de los bandidos: ambos yacían inconscientes, uno con las manos atadas tras la espalda con hilo shinobi y el otro en una postura similar pero esposado. De la mujer no había rastro aún. Afortunadamente, parecía que los rehenes habían podido escapar sin problemas.
—¿Ranko-san? —preguntó Ayame, evidentemente sorprendida por el regreso de la kunoichi de Kusagakure en solitario. Jadeaba ligeramente, pero no parecía estar herida—. ¿Y el otro dónde esta?