4/12/2015, 01:21
Kimura siempre había oído hablar muchas cosas sobre el conocido como Puente Tenchi o “Puente entre el Cielo y la Tierra”, aunque esta era una denominación que acostumbraban a utilizar los más ancianos exclusivamente. Sin embargo, nunca había podido verlo con sus propios ojos, sabía que una vez había cruzado por allí junto a su familia, pero por aquel entonces no era más que un bebe con escasos meses de vida.
Sin embargo, ahora ya era un joven muchacho, un gennin que hacía pocos meses que se había graduado de la academia shinobi de Takigakure, ansioso de conocer el mundo. Era ya una costumbre establecida en Takigakure que los gennins pudieran salir a recorrer el país y sus inmediaciones. No sabía muy bien como había comenzado, pero incluso la generación de su hermana hacia eso. Mientras no se alejaran demasiado y tuvieran cuidado, era bueno que los futuros representantes de la aldea conocieran el mundo y maduraran con lo que descubrieran en sus viajes.
Mientras divagaba sobre sus pensamientos, él Yuki fue dejando atrás los frondosos bosques que rodeaban al País del Rio mientras se acercaba al puente. Le sorprendía un poco la diminuta cantidad de gente que veía por aquel camino. Siendo que estaba cerca del puente, esperaba un afluente de gente mucho mayor.
“Esto debe de medir como mínimo unos sesenta metros de largo y unos veinte de ancho…” reflexiono una vez llegado al inicio del puente. Se detuvo durante unos momentos para admirar la extensión del mismo, las personas caminando con tranquilidad sobre aquella construcción, los pájaros que sin cesar pasaban volando sobre su cabeza, bajo el brillo del sol. Dio sus primeros pasos en el puente, escuchando el claro y bonito sonido que sus sandalias producían al pisar aquel pavimento. Se acerco hacia la barandilla para observar el largo vacio del precipicio, habiendo únicamente un rio en el fondo.
La gente seguía circulando atrás suyo, mientras Kimura, con una mano acariciando la baranda, avanzaba por el costado izquierdo del puente, absorto en las bellas vistas.
Sin embargo, ahora ya era un joven muchacho, un gennin que hacía pocos meses que se había graduado de la academia shinobi de Takigakure, ansioso de conocer el mundo. Era ya una costumbre establecida en Takigakure que los gennins pudieran salir a recorrer el país y sus inmediaciones. No sabía muy bien como había comenzado, pero incluso la generación de su hermana hacia eso. Mientras no se alejaran demasiado y tuvieran cuidado, era bueno que los futuros representantes de la aldea conocieran el mundo y maduraran con lo que descubrieran en sus viajes.
Mientras divagaba sobre sus pensamientos, él Yuki fue dejando atrás los frondosos bosques que rodeaban al País del Rio mientras se acercaba al puente. Le sorprendía un poco la diminuta cantidad de gente que veía por aquel camino. Siendo que estaba cerca del puente, esperaba un afluente de gente mucho mayor.
“Esto debe de medir como mínimo unos sesenta metros de largo y unos veinte de ancho…” reflexiono una vez llegado al inicio del puente. Se detuvo durante unos momentos para admirar la extensión del mismo, las personas caminando con tranquilidad sobre aquella construcción, los pájaros que sin cesar pasaban volando sobre su cabeza, bajo el brillo del sol. Dio sus primeros pasos en el puente, escuchando el claro y bonito sonido que sus sandalias producían al pisar aquel pavimento. Se acerco hacia la barandilla para observar el largo vacio del precipicio, habiendo únicamente un rio en el fondo.
La gente seguía circulando atrás suyo, mientras Kimura, con una mano acariciando la baranda, avanzaba por el costado izquierdo del puente, absorto en las bellas vistas.