14/10/2019, 12:16
—¡Sí, por favor! Ten mucho cuidado, Gyūki-san —pidió Yuuna también.
Gyūki asintió, sombrío.
—No os preocupéis por mi. Seguiré cumpliendo mi papel de kraken solitario —rio—. Gracias por preocuparos. No sabéis lo mucho que significa para mi ver tanta esperanza para nosotros en los humanos. —Dirigió la mirada a Katsudon—. ¡Eh, shinobi! ¿Te llamabas Katsudon?
Katsudon pegó un brinco en el sitio.
—S... sí.
—¿Íbais al País del Hierro primero, verdad? —dijo la bestia, y nuevamente los alzó en el aire, haciendo tambalear toda la cubierta—. ¿Qué os parece si os doy un pequeño empujoncito para poneros en buena dirección?
—¡Espera, espera! ¿¡Qué vas a ha...!?
—¡Agarráos fuerte! ¡Capitán, todo recto cuando aterrices!
—¿¡Cuando aterriqué!? —gritó Yuuna.
No tardaron en averiguar a qué se refería. El monstruo, con sus enormes manazas, cogió el barco y, tras tomar impulso, lo arrojó a toda velocidad hacia el horizonte. El dúo de ninjas y la samurái se vieron volando como si estuvieran en un vehículo con alas durante al menos diez segundos, a toda velocidad. Katsudon tuvo que agarrarlos de nuevo para que no salieran despedidos.
Cuando llegó el aterrizaje, el navío levantó unas olas enormes y la inercia le hizo navegar a toda velocidad.
—¡Maldito bicho, la madre que lo parió!
Gyūki asintió, sombrío.
—No os preocupéis por mi. Seguiré cumpliendo mi papel de kraken solitario —rio—. Gracias por preocuparos. No sabéis lo mucho que significa para mi ver tanta esperanza para nosotros en los humanos. —Dirigió la mirada a Katsudon—. ¡Eh, shinobi! ¿Te llamabas Katsudon?
Katsudon pegó un brinco en el sitio.
—S... sí.
—¿Íbais al País del Hierro primero, verdad? —dijo la bestia, y nuevamente los alzó en el aire, haciendo tambalear toda la cubierta—. ¿Qué os parece si os doy un pequeño empujoncito para poneros en buena dirección?
—¡Espera, espera! ¿¡Qué vas a ha...!?
—¡Agarráos fuerte! ¡Capitán, todo recto cuando aterrices!
—¿¡Cuando aterriqué!? —gritó Yuuna.
No tardaron en averiguar a qué se refería. El monstruo, con sus enormes manazas, cogió el barco y, tras tomar impulso, lo arrojó a toda velocidad hacia el horizonte. El dúo de ninjas y la samurái se vieron volando como si estuvieran en un vehículo con alas durante al menos diez segundos, a toda velocidad. Katsudon tuvo que agarrarlos de nuevo para que no salieran despedidos.
Cuando llegó el aterrizaje, el navío levantó unas olas enormes y la inercia le hizo navegar a toda velocidad.
—¡Maldito bicho, la madre que lo parió!
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