16/10/2019, 19:54
—A-ahm… Yo… Lo dejé en un área abierta. ¡N-no había nadie cerca! Y-y tenía que ayudar a Ayame-san... A-aunque…
Ayame se quedó con la boca abierta sin pretenderlo. ¿Que había dejado a un maleante empapelado con sellos explosivos en mitad de la calle? ¿Sin ningún tipo de vigilancia? ¿Pero en qué estaba pensando? Se contuvo las súbitas ganas que tuvo de estirarse de los pelos, y en su lugar se masajeó el puente de la nariz mientras dejaba escapar un largo y tendido suspiro en el que intentaba descargar toda la tensión acumulada.
—Solamente falta la mujer… —oyó la voz de Ranko cerca de ella—. Ayame-san, ¿debería de ir a por ella o debería regresar con el de los sellos? —preguntó.
Y Ayame no le pasó desapercibido el tono disciplente con el que iba dirigida aquella pregunta, y se sintió algo inquieta. Ella nunca se había considerado con las capacidades de una líder o de dar órdenes a nadie. Además, eran de diferentes aldeas, por lo que ella no tenía ningún tipo de potestas sobre ella, con Alianza o sin ella. Pero lo dejó escapar en aquella ocasión. No tenían tiempo de ponerse quisquillosos con los tratos.
—No, tú sabes mejor que yo dónde le has dejado. Si tuviera que buscarle yo sólo perderíamos más tiempo —explicó Ayame, rápidamente—. Ve, yo mientras buscaré a la que falta. Debe haber ido hacia arriba, no tiene escapatoria.
Ayame se quedó con la boca abierta sin pretenderlo. ¿Que había dejado a un maleante empapelado con sellos explosivos en mitad de la calle? ¿Sin ningún tipo de vigilancia? ¿Pero en qué estaba pensando? Se contuvo las súbitas ganas que tuvo de estirarse de los pelos, y en su lugar se masajeó el puente de la nariz mientras dejaba escapar un largo y tendido suspiro en el que intentaba descargar toda la tensión acumulada.
—Solamente falta la mujer… —oyó la voz de Ranko cerca de ella—. Ayame-san, ¿debería de ir a por ella o debería regresar con el de los sellos? —preguntó.
Y Ayame no le pasó desapercibido el tono disciplente con el que iba dirigida aquella pregunta, y se sintió algo inquieta. Ella nunca se había considerado con las capacidades de una líder o de dar órdenes a nadie. Además, eran de diferentes aldeas, por lo que ella no tenía ningún tipo de potestas sobre ella, con Alianza o sin ella. Pero lo dejó escapar en aquella ocasión. No tenían tiempo de ponerse quisquillosos con los tratos.
—No, tú sabes mejor que yo dónde le has dejado. Si tuviera que buscarle yo sólo perderíamos más tiempo —explicó Ayame, rápidamente—. Ve, yo mientras buscaré a la que falta. Debe haber ido hacia arriba, no tiene escapatoria.