17/10/2019, 13:36
(Última modificación: 17/10/2019, 13:39 por Aotsuki Ayame. Editado 1 vez en total.)
—¿Ayame? ¿Estáis bien? —la voz de Eri llegó hasta sus oídos, y Ayame entreabrió los ojos, aún con un intenso dolor en el torso, como si se lo acabaran de aplastar con un mazo gigante.
—S... sí... c... creo... q... qu... —balbuceó como pudo, tratando de reincorporarse, pero un nuevo restallido de dolor le obligó a quedarse tumbada en el suelo. Con un soberano esfuerzo, la kunoichi giró la cabeza para comprobar lo que había pasado con el ferrocarril y Ushi, y dejó escapar un enorme suspiro de alivio al darse cuenta de que nada ni nadie parecía haber resultado herido—. M... menos mal...
El maquinista, presa de los nervios, caminaba en círculos, agarrándose de los pelos de pura desesperación.
—¿Qué voy a hacer? ¿Qué voy a hacer? ¡Ay, cuando se enteren! ¡Cuando se enteren...!
Ayame se vio incapaz de responderle, porque ella cargaba con una responsabilidad similar. Habían evitado que el ferrocarril arrollara Ushi, pero no habían conseguido salvar el vehículo como se les ordenó que hicieran en caso de que algo ocurriera. Aquella misión había resultado en un absoluto fracaso.
«Tendré que informar a Yui-sama... Y advertirle de que se aseguren de que todo esté en orden antes de la inauguración oficial del ferrocarril.» Lo último que deseaban era que algo así volviese a ocurrir... y con peores consecuencias de las que habían sufrido ya.
—S... sí... c... creo... q... qu... —balbuceó como pudo, tratando de reincorporarse, pero un nuevo restallido de dolor le obligó a quedarse tumbada en el suelo. Con un soberano esfuerzo, la kunoichi giró la cabeza para comprobar lo que había pasado con el ferrocarril y Ushi, y dejó escapar un enorme suspiro de alivio al darse cuenta de que nada ni nadie parecía haber resultado herido—. M... menos mal...
El maquinista, presa de los nervios, caminaba en círculos, agarrándose de los pelos de pura desesperación.
—¿Qué voy a hacer? ¿Qué voy a hacer? ¡Ay, cuando se enteren! ¡Cuando se enteren...!
Ayame se vio incapaz de responderle, porque ella cargaba con una responsabilidad similar. Habían evitado que el ferrocarril arrollara Ushi, pero no habían conseguido salvar el vehículo como se les ordenó que hicieran en caso de que algo ocurriera. Aquella misión había resultado en un absoluto fracaso.
«Tendré que informar a Yui-sama... Y advertirle de que se aseguren de que todo esté en orden antes de la inauguración oficial del ferrocarril.» Lo último que deseaban era que algo así volviese a ocurrir... y con peores consecuencias de las que habían sufrido ya.