21/10/2019, 22:48
Ranko echó a correr tan rápido como pudo. Aunque sus piernas, pese a ser realmente potentes, no le permitían desplazarse a un ritmo demasiado rápido, la kunoichi de Kusagakure llegó en cuestión de minutos al lugar donde había dejado al bandido empapelado de sellos explosivos.
Para su pesar, la calle donde le había dejado se encontraba completamente desierta. Los civiles, aterrorizados, debían de haber escapado a toda velocidad y del asaltador no había ni rastro. Su cuerpo, antes inerte e inmóvil, había desaparecido como si jamás hubiese estado allí. No parecía haberse inmolado, pues no había rastro alguno de que se hubiese producido una explosión: ni suelo quemado, ni escombros, ni restos humanos...
Simplemente, parecía haberse desvanecido en el aire.
Para su pesar, la calle donde le había dejado se encontraba completamente desierta. Los civiles, aterrorizados, debían de haber escapado a toda velocidad y del asaltador no había ni rastro. Su cuerpo, antes inerte e inmóvil, había desaparecido como si jamás hubiese estado allí. No parecía haberse inmolado, pues no había rastro alguno de que se hubiese producido una explosión: ni suelo quemado, ni escombros, ni restos humanos...
Simplemente, parecía haberse desvanecido en el aire.