4/12/2015, 23:02
Su repentina acompañante se sumió en un tranquilo silencio. Cuando Ayame le dirigió una breve mirada de soslayo, se dio cuenta de que había cerrado los ojos en un gesto pensativo.
—Imponente... —musitó entonces. Parecía estar hablando para sí misma—. Sin duda una buena forma de describir este lugar, bello e imponente...
Ayame se removió, algo inquieta, pero una repentina ráfaga de viento le obligó a alzar las manos para apartarse los mechones de pelo del rostro. Fue entonces cuando la de Uzushiogakure le dirigió la mirada de nuevo. Una mirada serena y argéntea como la luz de luna.
—Disculpa si te he molestado, he sido un poco egoísta al no respetar tu soledad...
Le estaba sonriendo, pero sus palabras le hicieron alzar las manos en un gesto defensivo.
—Oh, no. Yo... Simplemente no esperaba compañía en un lugar como este —se interrumpió de golpe al recordar cierto detalle, y entonces se apresuró a realizar una pequeña reverencia—. ¡Ay, mis modales! Mi nombre es Aotsuki Ayame.
No especificó que era una kunoichi de Amegakure. Resultaba evidente al ver la bandana sobre su frente, que la identificaba como tal. De hecho, si resultaba que la recién llegada era ciega como ella creía que era sólo le beneficiaría hacerse pasar por una civil más.
Después de todo, aunque no había ningún tipo de hostilidad, no podía olvidar que ya no había ningún pacto que garantizara su seguridad frente a otro shinobi de una aldea ajena.
—Imponente... —musitó entonces. Parecía estar hablando para sí misma—. Sin duda una buena forma de describir este lugar, bello e imponente...
Ayame se removió, algo inquieta, pero una repentina ráfaga de viento le obligó a alzar las manos para apartarse los mechones de pelo del rostro. Fue entonces cuando la de Uzushiogakure le dirigió la mirada de nuevo. Una mirada serena y argéntea como la luz de luna.
—Disculpa si te he molestado, he sido un poco egoísta al no respetar tu soledad...
Le estaba sonriendo, pero sus palabras le hicieron alzar las manos en un gesto defensivo.
—Oh, no. Yo... Simplemente no esperaba compañía en un lugar como este —se interrumpió de golpe al recordar cierto detalle, y entonces se apresuró a realizar una pequeña reverencia—. ¡Ay, mis modales! Mi nombre es Aotsuki Ayame.
No especificó que era una kunoichi de Amegakure. Resultaba evidente al ver la bandana sobre su frente, que la identificaba como tal. De hecho, si resultaba que la recién llegada era ciega como ella creía que era sólo le beneficiaría hacerse pasar por una civil más.
Después de todo, aunque no había ningún tipo de hostilidad, no podía olvidar que ya no había ningún pacto que garantizara su seguridad frente a otro shinobi de una aldea ajena.