2/11/2019, 04:34
Ayame no habló por un momento. El peso sobre los hombros de Ranko la hundió cinco metros bajo el suelo. Metafóricamente hablando, claro.
A pesar de que la chica de la luna le dijo que no importaba, el estómago de Ranko se retorció de la vergüenza. Ayame le dio la instrucción de regresar a Cucurbita, pues la criminal restante se había atrincherado con el dueño de la posada. Ranko se irguió y asintió profundamente.
—¡E-enseguida!
”¡Es un clon! ¡No sólo sabe ese jutsu, sino que fue capaz de encargarse de la mitad de los malos ella sola!” Ranko se irguió de nuevo, justo cuando algo salía de repente de la espalda de Ayame. La Kusajin pensó que habían herido a la Amejin, hasta que aquella forma se transformó en dos alas de… ”¿Agua? ¡Qué técnica tan genial!”
Ranko contuvo su admiración, pues no era el momento de dejarse llevar por la emoción. Sólo asintió de nuevo y echó a correr una vez más. Cuando se hubo alejado varios metros de la Ayame alada, Ranko dio un saltito y concentró chakra en sus piernas. Al tocar el suelo, Ranko salió disparada, agrietando el suelo bajo sus pies, tal como había pasado unos momentos antes. Aunque el Hitoshin podría cansarla un poco, pasaría el suficiente tiempo corriendo como para recuperarse. No iría a toda velocidad, pues temía llegar exhausta a ayudar a su amiga.
”No seré útil si llego tan cansada…” pensó, mientras bajaba la velocidad a cada esquina, concentrando su energía en recordar la ruta hacia la posada. Unos minutos después, reconoció algún edificio y, luego de dos giros, vio la fachada de Cucurbita a varios metros. Esperaba llegar a tiempo, aunque sus esperanzas de ser útil descendían cada vez más. No tardaría en pasar por el umbral de la recepción.
A pesar de que la chica de la luna le dijo que no importaba, el estómago de Ranko se retorció de la vergüenza. Ayame le dio la instrucción de regresar a Cucurbita, pues la criminal restante se había atrincherado con el dueño de la posada. Ranko se irguió y asintió profundamente.
—¡E-enseguida!
”¡Es un clon! ¡No sólo sabe ese jutsu, sino que fue capaz de encargarse de la mitad de los malos ella sola!” Ranko se irguió de nuevo, justo cuando algo salía de repente de la espalda de Ayame. La Kusajin pensó que habían herido a la Amejin, hasta que aquella forma se transformó en dos alas de… ”¿Agua? ¡Qué técnica tan genial!”
Ranko contuvo su admiración, pues no era el momento de dejarse llevar por la emoción. Sólo asintió de nuevo y echó a correr una vez más. Cuando se hubo alejado varios metros de la Ayame alada, Ranko dio un saltito y concentró chakra en sus piernas. Al tocar el suelo, Ranko salió disparada, agrietando el suelo bajo sus pies, tal como había pasado unos momentos antes. Aunque el Hitoshin podría cansarla un poco, pasaría el suficiente tiempo corriendo como para recuperarse. No iría a toda velocidad, pues temía llegar exhausta a ayudar a su amiga.
”No seré útil si llego tan cansada…” pensó, mientras bajaba la velocidad a cada esquina, concentrando su energía en recordar la ruta hacia la posada. Unos minutos después, reconoció algún edificio y, luego de dos giros, vio la fachada de Cucurbita a varios metros. Esperaba llegar a tiempo, aunque sus esperanzas de ser útil descendían cada vez más. No tardaría en pasar por el umbral de la recepción.
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