7/11/2019, 03:23
—Has hecho un buen trabajo encontrando un lugar para descansar, Kazuma-kun —admitió el marionetista—. Nuestra misión no es gran cosa, pero en otro caso, podría habernos servido como un centro de operaciones considerablemente útil.
Luego de decir aquello, Juro arrojo hacia Kazuma un pequeño paquete. El joven apenas alcanzo a tomarlo, para sostenerlo con delicadeza y mirarlo con curiosidad. La cobertura era roja y le adornaba un lazo amarillo, y en su interior parecía haber algo pequeño y de naturaleza metálica.
—Ahora, es tu prueba final. Si bien has sabido orientarte en el camino, defenderte de enemigos ante un civil y hasta encontrar un lugar donde dormir, ahora quiero que me demuestres tu capacidad para cumplir la misión. Encuentra este lugar y entrega el paquete, cueste lo que cueste —murmuró el chico—. No quiero ponertelo fácil, así que tienes prohibido regresar a la posada para preguntar por indicaciones. Quiero que el único contacto que tengas sea con extraños.
—Hare lo mejor posible, sensei —afirmo con serena determinación—. Encontrare la Armería escarlata.
El joven comenzó a caminar sin rumbo fijo, observando los alrededores; no estaba perdido, solo reconocía el terreno y las posibles fuentes de información.
«No conozco las direcciones de la ciudad, pero aun así no debería ser muy difícil: solo es cuestión de preguntar, de pedirle indicaciones a algún nativo, quizás a un repartidor o algún guardia de la ciudad», pensó con tranquilidad.
Dedicaría sus siguientes movimientos a buscar un área concurrida, y dentro de la misma a quienes cumpliesen con las que consideraba condiciones necesarias para ser interrogados… Casi cualquiera debería servir.
Luego de decir aquello, Juro arrojo hacia Kazuma un pequeño paquete. El joven apenas alcanzo a tomarlo, para sostenerlo con delicadeza y mirarlo con curiosidad. La cobertura era roja y le adornaba un lazo amarillo, y en su interior parecía haber algo pequeño y de naturaleza metálica.
—Ahora, es tu prueba final. Si bien has sabido orientarte en el camino, defenderte de enemigos ante un civil y hasta encontrar un lugar donde dormir, ahora quiero que me demuestres tu capacidad para cumplir la misión. Encuentra este lugar y entrega el paquete, cueste lo que cueste —murmuró el chico—. No quiero ponertelo fácil, así que tienes prohibido regresar a la posada para preguntar por indicaciones. Quiero que el único contacto que tengas sea con extraños.
—Hare lo mejor posible, sensei —afirmo con serena determinación—. Encontrare la Armería escarlata.
El joven comenzó a caminar sin rumbo fijo, observando los alrededores; no estaba perdido, solo reconocía el terreno y las posibles fuentes de información.
«No conozco las direcciones de la ciudad, pero aun así no debería ser muy difícil: solo es cuestión de preguntar, de pedirle indicaciones a algún nativo, quizás a un repartidor o algún guardia de la ciudad», pensó con tranquilidad.
Dedicaría sus siguientes movimientos a buscar un área concurrida, y dentro de la misma a quienes cumpliesen con las que consideraba condiciones necesarias para ser interrogados… Casi cualquiera debería servir.