10/11/2019, 16:29
Kazuma trato de navegar entre una agitada multitud que se movía en todas direcciones, como las contradictorias corrientes de un mar tormentoso.
—Buenas. ¿Sabrá usted… —era lo máximo que alcanzaba a decir antes de que la gente de caminar presuroso le dejará hablando solo.
Algunos le hacían un gesto con la mano, indicándole que no tenían tiempo para absolutamente nada que no fuese su mecánico caminar. Otros le ignoraban, llevados por la anticipación de todo lo que tendrían que recorrer o aquello por hacer cuando alcanzasen su destino. Y los peores incluso le golpeaban con el costado, haciéndole a un lado por su impertinencia de atravesarse en el camino de alguien ocupado.
«¡El ritmo de vida en las ciudades es una locura!», pensó con algo de consternación.
En vista de que las personas móviles eran un objetivo demasiado escurridizo, pensó que lo mejor sería acercarse a alguien estático, que atendiese algún local. Por aquello, se dedicaría buscar cualquier puesto de venta o negocio en donde algún trabajador pudiese indicarle donde se encontraba la armería que buscaba.
—Buenas. ¿Sabrá usted… —era lo máximo que alcanzaba a decir antes de que la gente de caminar presuroso le dejará hablando solo.
Algunos le hacían un gesto con la mano, indicándole que no tenían tiempo para absolutamente nada que no fuese su mecánico caminar. Otros le ignoraban, llevados por la anticipación de todo lo que tendrían que recorrer o aquello por hacer cuando alcanzasen su destino. Y los peores incluso le golpeaban con el costado, haciéndole a un lado por su impertinencia de atravesarse en el camino de alguien ocupado.
«¡El ritmo de vida en las ciudades es una locura!», pensó con algo de consternación.
En vista de que las personas móviles eran un objetivo demasiado escurridizo, pensó que lo mejor sería acercarse a alguien estático, que atendiese algún local. Por aquello, se dedicaría buscar cualquier puesto de venta o negocio en donde algún trabajador pudiese indicarle donde se encontraba la armería que buscaba.