18/11/2019, 21:25
(Última modificación: 18/11/2019, 21:26 por Aotsuki Ayame.)
Ranko tragó saliva, con la indecisión titilando en sus ojos. No era para menos, y no era la única que estaba aterrada. Ayame también, por muy fuerte que intentara mostrarse de manera externa.
—¿Qué otra opción tenemos? —preguntó la de Kusagakure.
Y la de Amegakure suspiró. Ninguna. No tenían ninguna otra opción. Ayame alzó las manos y sus dedos se entrelazaron en el sello del Pájaro, la Serpiente...
—Prepárate...
Y, de nuevo, Pájaro.
Y Ayame comenzó a cantar.
Al otro lado de la puerta, silencio. Hasta que...
—¡¿Qué cojones estáis haciendo?! ¡EH, TÚ, DÓNDE TE CREES QUE VAS! —bramó la voz de la asaltante.
Y Ayame entrecerró los ojos. No había funcionado. Pero no dejó de cantar. En su lugar, le hizo una señal con la cabeza a Ranko para que derribara la puerta igual.
—¿Qué otra opción tenemos? —preguntó la de Kusagakure.
Y la de Amegakure suspiró. Ninguna. No tenían ninguna otra opción. Ayame alzó las manos y sus dedos se entrelazaron en el sello del Pájaro, la Serpiente...
—Prepárate...
Y, de nuevo, Pájaro.
Y Ayame comenzó a cantar.
Al otro lado de la puerta, silencio. Hasta que...
—¡¿Qué cojones estáis haciendo?! ¡EH, TÚ, DÓNDE TE CREES QUE VAS! —bramó la voz de la asaltante.
Y Ayame entrecerró los ojos. No había funcionado. Pero no dejó de cantar. En su lugar, le hizo una señal con la cabeza a Ranko para que derribara la puerta igual.