19/11/2019, 16:06
—Prepárate…
Ranko asintió, tragándose los nervios y la duda, pues sólo le estorbaban. A pesar de ello, su corazón latía con suma preocupación. La Kusajin adoptó una pose ofensiva mientras concentraba chakra en su pierna, de la misma manera que contra el criminal. A pesar de su fuerza, Ranko no sabía si una patada sencilla sería suficiente para deshacerse de la puerta. Pero diez patadas era otra cosa. Pensó por un instante, llevándose la mano al portaobjetos, aunque desistió.
”Si supiera exactamente dónde está parada la mujer, y si tiene apresado al señor, podría entrar y lanzar un shuriken. Pero estamos a ciegas…”
Entonces, aquel hermoso canto de Ayame comenzó de nuevo. Y la de la trenza no esperó más.
”¡Shunjukkyaku!”
La ráfaga de patadas fue más que suficiente para romper la madera alrededor de la cerradura, logrando que la puerta se abriera de par en par, aunque le dejaba una fea área astillada. Justo después del impacto, Ranko escucharía a la criminal:
—¡EH, TÚ, DÓNDE TE CREES QUE VAS!
”Lo ha soltado” pensó al instante la de la trenza.
En el momento en que se abriera la puerta, Ranko daría un salto hacia adentro, ligeramente hacia un lado, buscando no chocar contra el posadero, si es que éste estaba caminando o sin restricciones. Luego, calculando que el espacio en el cuarto fuese similar a aquel que le habían dado, daría un salto más hacia la mujer, mientras desenvainaba su wakizashi. Buscaría bloquear su arma, pues según su amenaza de degollar al hombre, tenía empuñado algo de filo.
Esperaba ser lo suficientemente rápida, o tomarla con la suficiente sorpresa. Realmente lo esperaba.
Ranko asintió, tragándose los nervios y la duda, pues sólo le estorbaban. A pesar de ello, su corazón latía con suma preocupación. La Kusajin adoptó una pose ofensiva mientras concentraba chakra en su pierna, de la misma manera que contra el criminal. A pesar de su fuerza, Ranko no sabía si una patada sencilla sería suficiente para deshacerse de la puerta. Pero diez patadas era otra cosa. Pensó por un instante, llevándose la mano al portaobjetos, aunque desistió.
”Si supiera exactamente dónde está parada la mujer, y si tiene apresado al señor, podría entrar y lanzar un shuriken. Pero estamos a ciegas…”
Entonces, aquel hermoso canto de Ayame comenzó de nuevo. Y la de la trenza no esperó más.
”¡Shunjukkyaku!”
La ráfaga de patadas fue más que suficiente para romper la madera alrededor de la cerradura, logrando que la puerta se abriera de par en par, aunque le dejaba una fea área astillada. Justo después del impacto, Ranko escucharía a la criminal:
—¡EH, TÚ, DÓNDE TE CREES QUE VAS!
”Lo ha soltado” pensó al instante la de la trenza.
En el momento en que se abriera la puerta, Ranko daría un salto hacia adentro, ligeramente hacia un lado, buscando no chocar contra el posadero, si es que éste estaba caminando o sin restricciones. Luego, calculando que el espacio en el cuarto fuese similar a aquel que le habían dado, daría un salto más hacia la mujer, mientras desenvainaba su wakizashi. Buscaría bloquear su arma, pues según su amenaza de degollar al hombre, tenía empuñado algo de filo.
Esperaba ser lo suficientemente rápida, o tomarla con la suficiente sorpresa. Realmente lo esperaba.
Pensamientos (Plum) ✧ Diálogos (PaleVioletRed)