2/12/2019, 20:45
—Lo siento chico, pero si ese lugar existe, yo no lo conozco. Sé que las armerías y las herrerías se sitúan en la parte derecha de la ciudad. En el barrio del metal. Puedes empezar por ahí —murmuró, encogiéndose de hombros—. Igualmente, ese libro que tienes ahí se sitúa en esta misma ciudad. Quién sabe. Quizá tenga más realidad de la que tú y yo nos pensamos.
«Esa información podría ser muy útil», pensó.
—50 ryos, ¿cierto? —El precio no le resultaba para nada económico, pues se equiparaba con el de las novedades o con los clásicos en su edición decorada… Pero se habría mentido a si mismo si se dijera que no había pagado mucho más por otros libros—. Por suerte, siempre cargo un dinero extra en caso de encontrarme un buen libro: aquí tiene.
Luego de extraer un billete de su túnica, de un compartimento especial y poco usado, se lo entrego al vendedor.
—Gracias por el libro…, y por la información —dijo mientras se alejaba.
Ya tenía información suficiente como para ponerse en marcha; aunque no estaba del todo seguro, y no podía preguntarle a su sensei. Teniendo eso en cuenta, pensó que nada le costaría buscar un poco más y preguntarle a la señora del pañuelo multicolor.
—Buenas, señora —saludo con cordialidad—. Estoy buscando La Armeria Escarlata. ¿Sabrá usted en que parte de la ciudad se encuentra y como llegar?
«Esa información podría ser muy útil», pensó.
—50 ryos, ¿cierto? —El precio no le resultaba para nada económico, pues se equiparaba con el de las novedades o con los clásicos en su edición decorada… Pero se habría mentido a si mismo si se dijera que no había pagado mucho más por otros libros—. Por suerte, siempre cargo un dinero extra en caso de encontrarme un buen libro: aquí tiene.
Luego de extraer un billete de su túnica, de un compartimento especial y poco usado, se lo entrego al vendedor.
—Gracias por el libro…, y por la información —dijo mientras se alejaba.
Ya tenía información suficiente como para ponerse en marcha; aunque no estaba del todo seguro, y no podía preguntarle a su sensei. Teniendo eso en cuenta, pensó que nada le costaría buscar un poco más y preguntarle a la señora del pañuelo multicolor.
—Buenas, señora —saludo con cordialidad—. Estoy buscando La Armeria Escarlata. ¿Sabrá usted en que parte de la ciudad se encuentra y como llegar?