10/12/2019, 13:12
Era cuando se ponía a prueba su temple, cuando se sabia lo bueno o malo que era un acero. El de aquel samurái estaba empezando a quebrarse rápidamente con cada improperio que salia de mi boca. Y eso que era la primera vez que me visitaba.
Eso duró hasta que le arrojé la llave. Fue entonces cuando sus nervios terminaron de explotar.
—¿¡A Yuuna!? —Me encogí de hombro, yo no tenia ni idea, eso había dicho su compi de antes—. ¿¡Yuuna te ha dado esto!? ¡Maldita mocosa insolente! ¿Alguien la ayudó a escapar de Palacio?
Eso es. Mataos entre vosotros. No sabía si la llave procedía de ella o era otra mentira, pero al parecer me había servido para sembrar el caos. Punto para mí.
—¡Mierda, mierda, Koichi-dono tiene que enterarse de esto! ¡Mocosa traidora!
Mi cara cambió cuando vi al samurái volando por delante de la celda tras escuchar un golpe seco.
¿Que estaba pasando?¿Que tenia tanta fuerza para hacer volar así a un guerrero preparado?
No tardé mucho en averiguarlo.
—Me dijeron que una buena comilona venía bien para un paseo nocturno, pero yo es que no soy mucho de trasnochar.
Katsudon. El mismísimo katsudon. Por su voz parecía estar bien, aunque por fuera era todo un desastre. Vendas, moratones, dientes de menos. ¿Era todo a causa del derrumbe o le habrían torturado como sugirió el samurái aquel?
—Además, el plato estaba tan bueno que quería repetir. Pero ya veo que tú te has acabado el tuyo... a tu manera.
Se me llanaron tanto los ojos de lágrimas que la vista se volvió borrosa. Y no fue por la comida que había desperdiciado.
—Se te oía desde mi celda, chico. Creo que deberías calmarte un poco y leer mejor la situación. Y a propósito de la llave...
Me sentí un poco avergonzado. Esperaba que no hubiera escuchado eso de que solo comería algo que cocinara él.
Katsudon abrió la celda como si los barrotes fueran de cartón. ¿Si podía hacer eso, por que había esperado a la llave?
Katsudon lanzó dos objetos suavemente hacía mi. Mis ojos los reconocieron al instante. Eran mis dos espadas, que cogí al vuelo.
Salí de la celda por el hueco que Katsudon había abierto, lo abracé y lloré.
—¿Si estabas tan cerca por que no has dicho nada? Pensé que los samuráis te harían... Él dijo que te harían decir la verdad y creía que...
—Sabes, creo que aquí hay dos bandos, y aunque no suelo meterme donde no me llaman, me gustaría estar en el que nos dio la llave y no en el que nos encerró en una celda
Me aparté de Katsudon y me sequé las lágrimas con la manga del pijama mientras le escuchaba.
—Deberíamos buscar a nuestro amigo el silencioso y a Yuuna-kun. Averigüemos qué está pasando aquí.
—¿Estas seguro? Fue el silencioso quién nos guío hasta aquel lugar donde nos atacaron, y el samurái que nos encerró dijo que no querían enemistarse con uzushio, siempre y cuando uzushio no quisiera hacerles nada. Y si...¿Solo hay un bando que busca una excusa para ejecutarnos?
Al fin y al cabo, con lo que acababa de hacer Katsudon, ahora si habíamos sido los primeros en atacarlos. Bueno, mentira, por que aquél samurái me había golpeado varias veces.
De cualquier modo seguiría a Katsudon.
Eso duró hasta que le arrojé la llave. Fue entonces cuando sus nervios terminaron de explotar.
—¿¡A Yuuna!? —Me encogí de hombro, yo no tenia ni idea, eso había dicho su compi de antes—. ¿¡Yuuna te ha dado esto!? ¡Maldita mocosa insolente! ¿Alguien la ayudó a escapar de Palacio?
Eso es. Mataos entre vosotros. No sabía si la llave procedía de ella o era otra mentira, pero al parecer me había servido para sembrar el caos. Punto para mí.
—¡Mierda, mierda, Koichi-dono tiene que enterarse de esto! ¡Mocosa traidora!
¡PLAF!
Mi cara cambió cuando vi al samurái volando por delante de la celda tras escuchar un golpe seco.
¿Que estaba pasando?¿Que tenia tanta fuerza para hacer volar así a un guerrero preparado?
No tardé mucho en averiguarlo.
—Me dijeron que una buena comilona venía bien para un paseo nocturno, pero yo es que no soy mucho de trasnochar.
Katsudon. El mismísimo katsudon. Por su voz parecía estar bien, aunque por fuera era todo un desastre. Vendas, moratones, dientes de menos. ¿Era todo a causa del derrumbe o le habrían torturado como sugirió el samurái aquel?
—Además, el plato estaba tan bueno que quería repetir. Pero ya veo que tú te has acabado el tuyo... a tu manera.
Se me llanaron tanto los ojos de lágrimas que la vista se volvió borrosa. Y no fue por la comida que había desperdiciado.
—Se te oía desde mi celda, chico. Creo que deberías calmarte un poco y leer mejor la situación. Y a propósito de la llave...
Me sentí un poco avergonzado. Esperaba que no hubiera escuchado eso de que solo comería algo que cocinara él.
Katsudon abrió la celda como si los barrotes fueran de cartón. ¿Si podía hacer eso, por que había esperado a la llave?
Katsudon lanzó dos objetos suavemente hacía mi. Mis ojos los reconocieron al instante. Eran mis dos espadas, que cogí al vuelo.
Salí de la celda por el hueco que Katsudon había abierto, lo abracé y lloré.
—¿Si estabas tan cerca por que no has dicho nada? Pensé que los samuráis te harían... Él dijo que te harían decir la verdad y creía que...
—Sabes, creo que aquí hay dos bandos, y aunque no suelo meterme donde no me llaman, me gustaría estar en el que nos dio la llave y no en el que nos encerró en una celda
Me aparté de Katsudon y me sequé las lágrimas con la manga del pijama mientras le escuchaba.
—Deberíamos buscar a nuestro amigo el silencioso y a Yuuna-kun. Averigüemos qué está pasando aquí.
—¿Estas seguro? Fue el silencioso quién nos guío hasta aquel lugar donde nos atacaron, y el samurái que nos encerró dijo que no querían enemistarse con uzushio, siempre y cuando uzushio no quisiera hacerles nada. Y si...¿Solo hay un bando que busca una excusa para ejecutarnos?
Al fin y al cabo, con lo que acababa de hacer Katsudon, ahora si habíamos sido los primeros en atacarlos. Bueno, mentira, por que aquél samurái me había golpeado varias veces.
De cualquier modo seguiría a Katsudon.