17/01/2020, 11:00
—Es difícil oírte decir eso de mi gente, pero la verdad es que tal y como se comportaron contigo no te dieron mucha alternativa.
En realidad, nunca me había enfurecido lo que me hicieron a mi. No. Fue aquella amenaza de que torturarian a Katsudon. Fue la incertidumbre, en aquella celda, de que era lo que estaban haciendo a mi compañero. Era la certeza de que no podía hacer nada para ayudar a Katsudon.
—De todas formas, creo que deberías restarle importancia a esos sentimientos. Creo que es una reacción normal. Si a mí me hubiesen encerrado en Uzushiogakure después de tratarme de la misma forma que a ti, yo habría reaccionado parecido.
Siendo sinceros, aquello era una mentira enorme. No con mala intención, claro, pero una mentira.
Los ninjas habían atacado a su pueblo y se habían llevado a su padre para siempre, cosas peores que las que los samuráis me habían hecho a mí. Sin embargo, ella había ido a buscar la ayuda de los ninjas. Estaba intentando confiar en los ninjas. Si nos odiaba, como yo había odiado a su pueblo, no lo había demostrado ni una sola vez.
Fue quizás en ese momento en el que me di cuenta de que había sido un completo idiota. O mejor dicho, lo sabia desde mucho antes, pero mi cabeza no había querido admitirlo.
Cuando apoyó su mano sobre mi hombro, me puse tenso. No por desconfianza, ya no. Era por qué estaba demasiado cerca. Y mas cuando se asomó para mirarme a la cara.
—Oye, ¿por qué no me dejas el timón un rato? Tienes unas ojeras terribles. Deberías descansar —Si, y seguramente la cara tan roja como un tomate—. Tranquilo, me preocuparé solamente de mantener el rumbo. ¡Tú eres el capitán al fin y al cabo!
Como si yo tuviera la mas mínima idea de hacia donde íbamos. Yo solo seguía mi infalible olfato para los tesoros. Si, ese que casi nos mata de camino al hierro. Pero esta vez si. Esta vez me llevaría hasta el tesoro.
Volviendo a la realidad... Que Yuuna había estado llorando no paso desapercibido cuando estuvo tan cerca de mí. Ella... Estaba sola, mas sola de lo que yo había estado cuando iba a la academia. Y yo...
Me di la vuelta y le di un abrazo. No se por que reaccioné de esa manera. Quizás por que sentí que ella lo necesitaba. Aunque tal vez, como siempre, volviera a equivocarme. Mi cabeza era un torbellino de emociones y sentimientos que no podía controlar. Que vergüenza para un uzujin no saber manejar un remolino ¿Verdad? Pero es que yo, Reiji, también era el peor shinobi de uzushio.
—Yo...no puedo ni imaginarme todo lo que estas pasando, y encima yo... —Yo había sido un gran imbécil. Por no decir algo mas malsonante.—Encima tienes que viajar con un pirata idiota y un ninja inútil. —Obviamente hablaba de la misma persona y no era Katsudon.
Cuando fui mas consciente de lo que estaba haciendo, me separé de ella y me alejé avergonzado hacia la salida.
—E...e...e..en fin, creo que tienes razón — Dije nervioso. —Voy a ver como lo lleva el grandullón y a descansar.
No salí de allí corriendo, pero casi. Fui a buscar a Katsudon, para ver como llevaba no ver la tierra al rededor. Si eso, luego ya me echaría una cabezadita. Estaba seguro de que me hacia mucha falta.
En realidad, nunca me había enfurecido lo que me hicieron a mi. No. Fue aquella amenaza de que torturarian a Katsudon. Fue la incertidumbre, en aquella celda, de que era lo que estaban haciendo a mi compañero. Era la certeza de que no podía hacer nada para ayudar a Katsudon.
—De todas formas, creo que deberías restarle importancia a esos sentimientos. Creo que es una reacción normal. Si a mí me hubiesen encerrado en Uzushiogakure después de tratarme de la misma forma que a ti, yo habría reaccionado parecido.
Siendo sinceros, aquello era una mentira enorme. No con mala intención, claro, pero una mentira.
Los ninjas habían atacado a su pueblo y se habían llevado a su padre para siempre, cosas peores que las que los samuráis me habían hecho a mí. Sin embargo, ella había ido a buscar la ayuda de los ninjas. Estaba intentando confiar en los ninjas. Si nos odiaba, como yo había odiado a su pueblo, no lo había demostrado ni una sola vez.
Fue quizás en ese momento en el que me di cuenta de que había sido un completo idiota. O mejor dicho, lo sabia desde mucho antes, pero mi cabeza no había querido admitirlo.
Cuando apoyó su mano sobre mi hombro, me puse tenso. No por desconfianza, ya no. Era por qué estaba demasiado cerca. Y mas cuando se asomó para mirarme a la cara.
—Oye, ¿por qué no me dejas el timón un rato? Tienes unas ojeras terribles. Deberías descansar —Si, y seguramente la cara tan roja como un tomate—. Tranquilo, me preocuparé solamente de mantener el rumbo. ¡Tú eres el capitán al fin y al cabo!
Como si yo tuviera la mas mínima idea de hacia donde íbamos. Yo solo seguía mi infalible olfato para los tesoros. Si, ese que casi nos mata de camino al hierro. Pero esta vez si. Esta vez me llevaría hasta el tesoro.
Volviendo a la realidad... Que Yuuna había estado llorando no paso desapercibido cuando estuvo tan cerca de mí. Ella... Estaba sola, mas sola de lo que yo había estado cuando iba a la academia. Y yo...
Me di la vuelta y le di un abrazo. No se por que reaccioné de esa manera. Quizás por que sentí que ella lo necesitaba. Aunque tal vez, como siempre, volviera a equivocarme. Mi cabeza era un torbellino de emociones y sentimientos que no podía controlar. Que vergüenza para un uzujin no saber manejar un remolino ¿Verdad? Pero es que yo, Reiji, también era el peor shinobi de uzushio.
—Yo...no puedo ni imaginarme todo lo que estas pasando, y encima yo... —Yo había sido un gran imbécil. Por no decir algo mas malsonante.—Encima tienes que viajar con un pirata idiota y un ninja inútil. —Obviamente hablaba de la misma persona y no era Katsudon.
Cuando fui mas consciente de lo que estaba haciendo, me separé de ella y me alejé avergonzado hacia la salida.
—E...e...e..en fin, creo que tienes razón — Dije nervioso. —Voy a ver como lo lleva el grandullón y a descansar.
No salí de allí corriendo, pero casi. Fui a buscar a Katsudon, para ver como llevaba no ver la tierra al rededor. Si eso, luego ya me echaría una cabezadita. Estaba seguro de que me hacia mucha falta.