17/01/2020, 17:00
Cuando despertó, era de noche. La supuesta cabezadita había sido una cabezadota. Pero eso sí, se encontraba con todas las fuerzas de las que podía disponer un ninja. El camarote estaba vacío, y eso sólo podía significar que Katsudon no estaba allí. De las latas de comida en conserva, tres de ellas estaban abiertas y vacías.
La puerta estaba entreabierta, y por la rendija vio a Yuuna, que bajaba las escaleras y, sin reparar en él, abría la puerta de un camarote.
—Tamashigiri, perdóname, pues esta samurai indigna no se merece usar tu filo perfecto —la escuchó decir.
La puerta estaba entreabierta, y por la rendija vio a Yuuna, que bajaba las escaleras y, sin reparar en él, abría la puerta de un camarote.
—Tamashigiri, perdóname, pues esta samurai indigna no se merece usar tu filo perfecto —la escuchó decir.
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