18/01/2020, 15:10
Toc, toc, toc.
Daruu llamó tímidamente a la puerta de la Arashikage, después de subir tímidamente por el ascensor que llevaba a la última planta. Esa que tenía esculpido el rostro de un demonio. Quizás por una buena razón. Había entrado junto a Ayame en silencio. Sin anestesia, le había dicho al encargado de la recepción que acababan de matar a un General de Kurama. Pálido, el hombre no había sabido encontrar objeción alguna a dejarles subir inmediatamente, como es natural.
Fue el shinobi quien entró primero, seguido de la kunoichi. Se acercó hasta el centro del despacho y se acuclilló ante ella nada más empezar. Sabía de sobra que Yui les tenía en muy buena estima desde que habían acabado con las Náyades, y aún así pensó que lo mejor era comenzar aquél encuentro con muy buen pie.
—Buenos días, Arashikage-sama. Venimos a reportar un suceso.
Daruu llamó tímidamente a la puerta de la Arashikage, después de subir tímidamente por el ascensor que llevaba a la última planta. Esa que tenía esculpido el rostro de un demonio. Quizás por una buena razón. Había entrado junto a Ayame en silencio. Sin anestesia, le había dicho al encargado de la recepción que acababan de matar a un General de Kurama. Pálido, el hombre no había sabido encontrar objeción alguna a dejarles subir inmediatamente, como es natural.
Fue el shinobi quien entró primero, seguido de la kunoichi. Se acercó hasta el centro del despacho y se acuclilló ante ella nada más empezar. Sabía de sobra que Yui les tenía en muy buena estima desde que habían acabado con las Náyades, y aún así pensó que lo mejor era comenzar aquél encuentro con muy buen pie.
—Buenos días, Arashikage-sama. Venimos a reportar un suceso.