18/01/2020, 17:37
(Última modificación: 18/01/2020, 18:22 por Taka Kisame. Editado 7 veces en total.)
Pareciera que sus palabras habían sobresaltado a ese tal kid. Tanto, que se le había caído algo de salsa en los pantalones y los había manchado. Su razonamiento le pareció un punto de vista que no había escuchado antes, pero, a la vez, era de lo más coherente que le había dicho un veterano. Rápidamente se apresuró a pedir unas servilletas y limpiar la mancha. El renegado se empeñaba ello, con intensidad pero no lo conseguía dado que ese tipo de suciedad no salía tan fácil y menos sin jabón... Al parecer, tenía un viejo conocido al que tenía cierto respeto y estima y consideraba que él era el único que tenía derecho a matarle. Por una parte, le sorprendió que fuera tan engreído al pensar que nadie más podía hacerle nada, y por otra, era bonito pensar en que tras tantos años huyendo de la justicia solo alguien "digno" pudiera quitarte la vida.
Llegado cierto momento, se escuchó la puerta y el cantinero se fue del lugar. Varios hombres se acercaban a ellos, como anunciando sus intenciones mientras uno de ellos desenvainaba una katana con todo el ruido que esto podía generar. Rápidamente la alarma del genin se encendió y dejó de escuchar lo que Kid le estaba contando. Comenzó a hacer una serie de sellos que, al menos, si la técnica salía bien, les haría ganar un poco de tiempo para pensar en qué hacer. Durante un segundo lamentó tener que destrozarle el bar a aquel hombre pero... Como siempre había dicho su padre: "Antes de que llore mi madre, que llore la tuya", por lo que siguió concentrado en su actividad hasta que...
Los dos hombres que se habían levantado de sus mesas, patearon las sillas y sacaron tres shuriken cada uno, preparados para lanzarlos. Fué ese el momento que Kisame eligió para, literalmente, tirarse al suelo y colocar ambas palmas sobre él:
-Doton: Doryūheki! -Dijo en tono de voz neutro mientras miraba hacia los hombres que estaban llegando deseando haber lanzado la técnica a tiempo para poder interceptar los 6 shuriken que se dirigían hacia ellos.
Ahora, solo dependía de Kid el siguiente movimiento. Como siempre hacía, había conseguido ganar tiempo, pero algo le decía que luchar al desgaste contra aquella gente no era la mejor de las ideas...
Llegado cierto momento, se escuchó la puerta y el cantinero se fue del lugar. Varios hombres se acercaban a ellos, como anunciando sus intenciones mientras uno de ellos desenvainaba una katana con todo el ruido que esto podía generar. Rápidamente la alarma del genin se encendió y dejó de escuchar lo que Kid le estaba contando. Comenzó a hacer una serie de sellos que, al menos, si la técnica salía bien, les haría ganar un poco de tiempo para pensar en qué hacer. Durante un segundo lamentó tener que destrozarle el bar a aquel hombre pero... Como siempre había dicho su padre: "Antes de que llore mi madre, que llore la tuya", por lo que siguió concentrado en su actividad hasta que...
Los dos hombres que se habían levantado de sus mesas, patearon las sillas y sacaron tres shuriken cada uno, preparados para lanzarlos. Fué ese el momento que Kisame eligió para, literalmente, tirarse al suelo y colocar ambas palmas sobre él:
-Doton: Doryūheki! -Dijo en tono de voz neutro mientras miraba hacia los hombres que estaban llegando deseando haber lanzado la técnica a tiempo para poder interceptar los 6 shuriken que se dirigían hacia ellos.
Ahora, solo dependía de Kid el siguiente movimiento. Como siempre hacía, había conseguido ganar tiempo, pero algo le decía que luchar al desgaste contra aquella gente no era la mejor de las ideas...