18/01/2020, 18:25
—¿¡CÓOOMOOOOOOOOOOO!? —exclamó Katsudon levantándose de golpe—. ¡No me fastidies! ¿Después de todo lo que ha pasado, tú y ella...? —El hombretón, genuinamente sorprendido, había sido incapaz de percatarse de las señales hasta ahora. Katsudon se olvidó de la comida —quién lo diría—, y con los brazos tras la espalda, comenzó a dar vueltas por todo el camarote—. ¿Consejo de adulto? ¡Y yo qué sé, Reiji! ¡Y yo qué sé! ¡Yo sólo sé de comida, y mi mujer también es Akimichi! ¡Ya te puedes imaginar cómo la conquisté! —rio—. Pero lo que está claro es que tienes que bajar ahí y decirle qué es lo que tú sientes, porque si no se va a quedar con la duda de saber si es correspondido o no, y ¿tú te imaginas lo que tiene que ser eso? ¡No, no, no! ¡Tú bajas y se lo dices!
»Haré el sacrificio de quedarme con el timón, capitán. ¡Su grumete siempre a su servicio!
»Haré el sacrificio de quedarme con el timón, capitán. ¡Su grumete siempre a su servicio!
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