18/01/2020, 18:52
(Última modificación: 19/01/2020, 12:29 por Taka Kisame. Editado 3 veces en total.)
Parecía que Kid le iba a dar una buena lección de cómo hacer las cosas. Con unos ágiles saltos se puso detrás del muro de tierra y utilizó una técnica increíblemente poderosa que impidió la visión incluso al propio Kisame que estaba tras un gran muro de tierra. Una vez hizo eso, la gran lección estaba por venir y... Huir? Resultaba que era un cobarde...? El genin no supo muy bien como tomarse eso. Uno de los atacantes disipó el polvo rápidamente una vez el renegado huyó y... Una vez más, le habían dejado plantado con el marrón. Esta segunda lección le había demostrado algo muy importante: Los ninjas renegados no tienen por qué ser malas personas pero... Todos, absolutamente todos son unos egoístas. Tampoco esperaba que le ayudase a huir pero... Bueno. Tenía a un hombre interponiéndose entre él y la puerta. Aún no había aprendido aquella técnica que su padre le había recomendado tantas veces... Maldita vagancia, si la supiera, podría irse ahora mismo de la taberna sin tener que pelear pero... Tenía que pensar algo.
Su cabeza comenzó a pensar con velocidad. Tenía dos opciones, y una de ellas pasaba por destrozar completamente aquella taberna y... Ya había hecho suficiente estropicio por hoy. Miró las sillas, las mesas, calculó más o menos la distancia que había desde allí hasta la puerta y entonces tuvo un plan. Echó sus manos velozmente al portaobjetos y, antes de salir, la lanzó al suelo para automáticamente después guardar sus manos en sus largas mangas, juntándolas entre sí. Tras unos instantes, salió corriendo a toda la velocidad que sus piernas le permitían hasta la puerta.
Empleándose a fondo y con la vista dividida entre la puerta abierta y el tipo que allí había, si no había cambiado de posición, le tenía completamente controlado por lo que trazó el camino más corto sin obstáculos y en línea recta a ser posible hacia la salida.
Su cabeza comenzó a pensar con velocidad. Tenía dos opciones, y una de ellas pasaba por destrozar completamente aquella taberna y... Ya había hecho suficiente estropicio por hoy. Miró las sillas, las mesas, calculó más o menos la distancia que había desde allí hasta la puerta y entonces tuvo un plan. Echó sus manos velozmente al portaobjetos y, antes de salir, la lanzó al suelo para automáticamente después guardar sus manos en sus largas mangas, juntándolas entre sí. Tras unos instantes, salió corriendo a toda la velocidad que sus piernas le permitían hasta la puerta.
Empleándose a fondo y con la vista dividida entre la puerta abierta y el tipo que allí había, si no había cambiado de posición, le tenía completamente controlado por lo que trazó el camino más corto sin obstáculos y en línea recta a ser posible hacia la salida.