20/01/2020, 02:03
Al inicio creyó haber atrapado a Kisame, sonriendo al escuchar el sonido del metal. Sin embargo, el sonido clásico de un "puff" le alertó de que algo no estaba bien, seguido del sonido de algo de madera cayendo al suelo. Luego escuchó el sonido de pasos alejándose, lo cuál indicaba que su estratagema para atraparlo había fracasado de algún modo, pero no podía permitirse dejarlo ir. Ahora estaba aún más decidido a atraparlo, no podía dejarlo ir si se trataba de un genin de otra aldea.
No iba a abrir la boca, que se le iba a meter el humo en los pulmones y no habría agua para quitarle esa tos. Le bastó hacer un sello y repetir mentalmente el nombre de la técnica para aplicar la misma táctica que su otro compañero y sopló para expulsar el humo fuera de la taberna. Una vez disipado su camino, saltó sobre las mesas y sillas para no caer victima de su propia técnica y emprendió una carrera para perseguir a Kisame.
Lo cierto era, que no tenía que esforzarse demasiado para ello. ¿Un error de cálculo, sobreestimar su capacidad, subestimar a su rival? Fuese cuál fuese la razón, el Kawarimi le pasó una factura con intereses al genin de la lluvia, una muy grande, más de lo que esperaba. El pobre no alcanzó a siquiera llegar a la otra calle, porque la fatiga sobre su cuerpo era extrema y tardaría un buen rato en reponerse de ello.
El sujeto por otro lado aún estaba en plenitud y de por sí era más rápido que su rival, no por mucho, pero lo suficiente para darle alcance sin dificultad alguna. A mitad de la carrera hizo tres sellos, formando unas garras doradas alrededor de cada una de sus manos. Daría un salto para terminar de acortar la distancia, dispuesto a clavar su puño en el estómago de Kisame y luego con la otra mano impactar su hombro izquierdo. Aunque aparentemente su extremidad siniestra no era tan precisa como la diestra.
No iba a abrir la boca, que se le iba a meter el humo en los pulmones y no habría agua para quitarle esa tos. Le bastó hacer un sello y repetir mentalmente el nombre de la técnica para aplicar la misma táctica que su otro compañero y sopló para expulsar el humo fuera de la taberna. Una vez disipado su camino, saltó sobre las mesas y sillas para no caer victima de su propia técnica y emprendió una carrera para perseguir a Kisame.
Lo cierto era, que no tenía que esforzarse demasiado para ello. ¿Un error de cálculo, sobreestimar su capacidad, subestimar a su rival? Fuese cuál fuese la razón, el Kawarimi le pasó una factura con intereses al genin de la lluvia, una muy grande, más de lo que esperaba. El pobre no alcanzó a siquiera llegar a la otra calle, porque la fatiga sobre su cuerpo era extrema y tardaría un buen rato en reponerse de ello.
El sujeto por otro lado aún estaba en plenitud y de por sí era más rápido que su rival, no por mucho, pero lo suficiente para darle alcance sin dificultad alguna. A mitad de la carrera hizo tres sellos, formando unas garras doradas alrededor de cada una de sus manos. Daría un salto para terminar de acortar la distancia, dispuesto a clavar su puño en el estómago de Kisame y luego con la otra mano impactar su hombro izquierdo. Aunque aparentemente su extremidad siniestra no era tan precisa como la diestra.