20/01/2020, 17:35
(Última modificación: 20/01/2020, 17:46 por Sasaki Reiji. Editado 1 vez en total.)
—¿La hija de Hagane-dono?Vaya... es una sorpresa. ¿A qué se debe el placer de tenerte entre nosotros?
—Sendo Yuuna, Hanabi-dono, le pide formalmente asilo político, y la ayuda para recuperar el País del Hierro... no, para recuperar a mi madre.
—¿Cómo...? ¿Qué ha pasado? ¿Asilo político?
Y no había llegado la mejor parte. No. Estaba deseando que escuchara la parte del bijuu.
—Mi padre se convirtió en jinchuuriki del Hachibi... de Gyūki. —Menos mal, que le habia advertido de que se agarrase a la silla.—. Entabló amistad con el bijuu y colaboró con él para defender el País del Hierro. —Aunque esa reacción no era la que esperaba. No señor. Se tenia que haber levantado de la silla. Peroo estaba pensando, como si...—. Kurama en forma humana atacó Sanrō-yama y ellos dos se negaron a colaborar con él, así que el Kyūbi acabó con su vida. Me encontré con sus dos shinobi cuando viajaba aquí para contárselo. Los acompañé hacia el Hierro.
Yo por lo menos ya conocía esa parte. Y también recordé lo que paso despues de que nos lo contara. Menudo desastre estaba hecho.
—Esto es muy grave —Ni que lo dijera.—. Kurama y sus Generales están empezando a poner en riesgo a todos.
—Hanabi-kun, ¿los Generales han atacado en nuestra ausencia la Villa? ¡No me diga...!
¿COMO? ¿A HANABI TAMBIÉN?
—No exactamente, Don. Primero, me contáis. Y luego, os cuento. —Bueno, era lo justo si. Y ademas era el kage—. Entonces, ¿pides asilo porque Kurama ha destruído el País del Hierro? ¿Qué tiene que ver con tu madre? ¿Está prisionera? No me digáis que fuisteis a intentar rescatarla por vuestra cuenta.
—No exactamente... pero está muy rara. No parece ella misma. Encerró a Katsudon-san y a Reiji-kun en los calabozos, cuando nuestros países siempre han tenido una relación excelente, usted lo sabe, Hanabi-dono. —Y el jodido samurái aquel amenazó con torturar a Katsudon. No iba a olvidar su cara en la vida. Matarlo igual no, pero darle una paliza... algún dia.—. Incluso llegó a encerrarme a mí bajo llave. Muchos de los samurái se negaban a obedecerme. Los míos me han dicho que cambió radicalmente en el poco tiempo que yo estuve fuera. Sospecho... sospechamos que alguien la está manipulando, o bien... o bien que alguien la ha reemplazado por completo.
—Pero... ¿tienes alguna prueba? Yuuna-dono, escúcheme...
—Por favor, no me trate de forma tan formal, Hanabi-dono.
—Está bien. Yuuna. No puedo enviar ninjas así como así a invadir a un país vecino para derrocar a su líder si no tenemos indicios importantes de que...
—De camino —venia la parte buena, si señor—. Nos atacaron unos ninjas misteriosos con una bandana que tenía un copo de nieve. —Katsudon rebuscó en el bolsillo y le lanzó a Hanabi una placa de metal, que recogió al vuelo y observó con curiosidad. Si. Yo también recordaba bien esa bandana. Uno de ellos casi me mata a mí—. Nos enteramos luego de que eran hombres de Kurama. Esos mismos ninjas nos atacaron de nuevo en Sanrō-yama. La explosión que provocaron con un sello explosivo fue lo que utilizaron los hombres de Koichi como excusa para encarcelarnos. Hanabi-kun, no tenemos nada que la incrimine directamente, pero ¿no le parece un poco sospechoso?
Si. Pero ahí faltaba lo gordo. Falta que explicara cómo cojones supimos que eran ninjas de Kurama. Aquello. Aquello si haría que hanabi se cayera de la silla.
—Está bien, sí, pero vamos a tomarnos esto con calma y a esperar a que tengamos recursos suficientes para enviar a un escuadrón de ninjas competentes para que os acompañen. ¿Lo entiendes, verdad, Yuuna? Con todo esto de los Generales, tenemos que pensar bien todos nuestros movimientos. Y además, ahora mismo por lo que me habéis contado estarán en un nivel de alerta máximo.
—Lo entiendo, Hanabi-dono
—Por lo que a mi respecta, puedes quedarte en la aldea el tiempo que lo necesites, aunque entiende que durante el tiempo que estés aquí estarás vigilada y se te podrán hacer preguntas.
—No me importa, Hanabi-dono. ¿Podría... asistir a la Academia? Me gustaría aprender... algo de Ninjutsu.
Si Hanabi estaba sorprendido... Yo... Ni te cuento. Lo bueno es que seguro que ella era mucho mas diestra que yo. Pero con diferencia. Seguro que aprobaba el examen sin ningún esfuerzo.
—Una petición extraña. Deja que me lo piense. Quizás con el tiempo, cuando te conozcamos mejor. Entiende que no podemos compartir algunos secretos con extranjeros.
Bueno. Tenía razón. Pero yo podía ir enseñándole cosas mientras. Lo poco que sabia vamos. Lo básico nada mas...
—Lo entiendo, Hanabi-dono. Pero en el futuro quizás... quizás me quede en esta aldea. Trabaje con vosotros. Trabaje para el Remolino.
BOOM. El que casi se cae de la silla soy yo. No negaré que no había pensado en que pasaría cuando recuperasemos a su madre. ¿ Se quedaría en el Hierro? Lo que tenia claro es que no quería separarme de ella. Pero aquello. Aquello me había dejado a cuadros.
—¿Cómo? ¿Y qué pasa con tu País?
—He encontrado a alguien que me une a este sitio.
La tension en el aire era tan afilada como una de las katanas de mi padre. Excepto para mi. Que le devolví la mirada a Yuuna con una sonrisa. Si quería quedarse conmigo, que así fuera. Pero si quería volver al hierro... La acompañaría también.
—Si estás dispuesta a someterte a un extenso interrogatorio y a una lectura de memoria... Puedo pensar seriamente la posibilidad de admitirte en la Academia como futura kunoichi.
—Que así sea. Puede confiar en mí, pero no tengo problemas en demostrarlo con hechos.
Si. Si. Si. Esto estaba muy bien. Pero quieto parado todo el mundo. ¿Lectura de memoria? Un momento por favor. Por que había cosas que... Lo del barco... No no no.
—Yo solicito permiso para acompañarla en esas pruebas. Prometo no interferir, es solo para que no se sienta sola.
Mejor no decirle a Hanabi que había cosas que no quería que se vieran. Por nadie. Suficiente con que las recordara yo.
—Bien, ya hablaremos de eso. Que Kurama tenga un ejército shinobi es algo que debería estar preocupándonos y que afecta a todas las aldeas. Tendré que llamar a los otros Kage para comunicárselo. Pero, ¿cómo averiguasteis que estos ninjas eran de verdad hombres al servicio de Kurama?
BOOM. Otra vez. Ahora venia algo gordo. Mas grande que el propio Katsudon.
—Bueno, el caso es que...Mejor que te lo cuente Reiji. Es el protagonista de esa parte de la historia.
Pues entonces sería sin rodeos. Sin baselina. A saco. Por que todo el relleno de la historia sobraba.
—Pues resulta que... Nos lo contó el mismísimo ocho colas. El Hachibi. Gyūki. — Pero eso no era la mejor parte no. Esperaba que había estuviera preparado esto. —Nos contó lo del padre de Yuuna, nos habló de los ninjas de Kurama y lo importante: Nos dijo que, los Bijuus se reunían telepáticamente cada cierto tiempo, pero que kurama se podía unir a esas reuniones y ya no las hacían. Y nos pidió que le dieranos un mensaje de su parte a sus hermanos.
Oh, pero había mas info. La mejor parte.
»Katsudon y Yuuna no lo sé, aunque lo saben, pero estoy seguro de usted lo ha sentido venir desde el puerto. Su chakra es diferente al de los demás. Yo lo se por que Gyūki me lo dio para que sus hermanos me creyeran. Pero estoy seguro de usted lo ha sentido hace poco. Por que he tenido que recurrir a él en el puerto.
—Sendo Yuuna, Hanabi-dono, le pide formalmente asilo político, y la ayuda para recuperar el País del Hierro... no, para recuperar a mi madre.
—¿Cómo...? ¿Qué ha pasado? ¿Asilo político?
Y no había llegado la mejor parte. No. Estaba deseando que escuchara la parte del bijuu.
—Mi padre se convirtió en jinchuuriki del Hachibi... de Gyūki. —Menos mal, que le habia advertido de que se agarrase a la silla.—. Entabló amistad con el bijuu y colaboró con él para defender el País del Hierro. —Aunque esa reacción no era la que esperaba. No señor. Se tenia que haber levantado de la silla. Peroo estaba pensando, como si...—. Kurama en forma humana atacó Sanrō-yama y ellos dos se negaron a colaborar con él, así que el Kyūbi acabó con su vida. Me encontré con sus dos shinobi cuando viajaba aquí para contárselo. Los acompañé hacia el Hierro.
Yo por lo menos ya conocía esa parte. Y también recordé lo que paso despues de que nos lo contara. Menudo desastre estaba hecho.
—Esto es muy grave —Ni que lo dijera.—. Kurama y sus Generales están empezando a poner en riesgo a todos.
—Hanabi-kun, ¿los Generales han atacado en nuestra ausencia la Villa? ¡No me diga...!
¿COMO? ¿A HANABI TAMBIÉN?
—No exactamente, Don. Primero, me contáis. Y luego, os cuento. —Bueno, era lo justo si. Y ademas era el kage—. Entonces, ¿pides asilo porque Kurama ha destruído el País del Hierro? ¿Qué tiene que ver con tu madre? ¿Está prisionera? No me digáis que fuisteis a intentar rescatarla por vuestra cuenta.
—No exactamente... pero está muy rara. No parece ella misma. Encerró a Katsudon-san y a Reiji-kun en los calabozos, cuando nuestros países siempre han tenido una relación excelente, usted lo sabe, Hanabi-dono. —Y el jodido samurái aquel amenazó con torturar a Katsudon. No iba a olvidar su cara en la vida. Matarlo igual no, pero darle una paliza... algún dia.—. Incluso llegó a encerrarme a mí bajo llave. Muchos de los samurái se negaban a obedecerme. Los míos me han dicho que cambió radicalmente en el poco tiempo que yo estuve fuera. Sospecho... sospechamos que alguien la está manipulando, o bien... o bien que alguien la ha reemplazado por completo.
—Pero... ¿tienes alguna prueba? Yuuna-dono, escúcheme...
—Por favor, no me trate de forma tan formal, Hanabi-dono.
—Está bien. Yuuna. No puedo enviar ninjas así como así a invadir a un país vecino para derrocar a su líder si no tenemos indicios importantes de que...
—De camino —venia la parte buena, si señor—. Nos atacaron unos ninjas misteriosos con una bandana que tenía un copo de nieve. —Katsudon rebuscó en el bolsillo y le lanzó a Hanabi una placa de metal, que recogió al vuelo y observó con curiosidad. Si. Yo también recordaba bien esa bandana. Uno de ellos casi me mata a mí—. Nos enteramos luego de que eran hombres de Kurama. Esos mismos ninjas nos atacaron de nuevo en Sanrō-yama. La explosión que provocaron con un sello explosivo fue lo que utilizaron los hombres de Koichi como excusa para encarcelarnos. Hanabi-kun, no tenemos nada que la incrimine directamente, pero ¿no le parece un poco sospechoso?
Si. Pero ahí faltaba lo gordo. Falta que explicara cómo cojones supimos que eran ninjas de Kurama. Aquello. Aquello si haría que hanabi se cayera de la silla.
—Está bien, sí, pero vamos a tomarnos esto con calma y a esperar a que tengamos recursos suficientes para enviar a un escuadrón de ninjas competentes para que os acompañen. ¿Lo entiendes, verdad, Yuuna? Con todo esto de los Generales, tenemos que pensar bien todos nuestros movimientos. Y además, ahora mismo por lo que me habéis contado estarán en un nivel de alerta máximo.
—Lo entiendo, Hanabi-dono
—Por lo que a mi respecta, puedes quedarte en la aldea el tiempo que lo necesites, aunque entiende que durante el tiempo que estés aquí estarás vigilada y se te podrán hacer preguntas.
—No me importa, Hanabi-dono. ¿Podría... asistir a la Academia? Me gustaría aprender... algo de Ninjutsu.
Si Hanabi estaba sorprendido... Yo... Ni te cuento. Lo bueno es que seguro que ella era mucho mas diestra que yo. Pero con diferencia. Seguro que aprobaba el examen sin ningún esfuerzo.
—Una petición extraña. Deja que me lo piense. Quizás con el tiempo, cuando te conozcamos mejor. Entiende que no podemos compartir algunos secretos con extranjeros.
Bueno. Tenía razón. Pero yo podía ir enseñándole cosas mientras. Lo poco que sabia vamos. Lo básico nada mas...
—Lo entiendo, Hanabi-dono. Pero en el futuro quizás... quizás me quede en esta aldea. Trabaje con vosotros. Trabaje para el Remolino.
BOOM. El que casi se cae de la silla soy yo. No negaré que no había pensado en que pasaría cuando recuperasemos a su madre. ¿ Se quedaría en el Hierro? Lo que tenia claro es que no quería separarme de ella. Pero aquello. Aquello me había dejado a cuadros.
—¿Cómo? ¿Y qué pasa con tu País?
—He encontrado a alguien que me une a este sitio.
La tension en el aire era tan afilada como una de las katanas de mi padre. Excepto para mi. Que le devolví la mirada a Yuuna con una sonrisa. Si quería quedarse conmigo, que así fuera. Pero si quería volver al hierro... La acompañaría también.
—Si estás dispuesta a someterte a un extenso interrogatorio y a una lectura de memoria... Puedo pensar seriamente la posibilidad de admitirte en la Academia como futura kunoichi.
—Que así sea. Puede confiar en mí, pero no tengo problemas en demostrarlo con hechos.
Si. Si. Si. Esto estaba muy bien. Pero quieto parado todo el mundo. ¿Lectura de memoria? Un momento por favor. Por que había cosas que... Lo del barco... No no no.
—Yo solicito permiso para acompañarla en esas pruebas. Prometo no interferir, es solo para que no se sienta sola.
Mejor no decirle a Hanabi que había cosas que no quería que se vieran. Por nadie. Suficiente con que las recordara yo.
—Bien, ya hablaremos de eso. Que Kurama tenga un ejército shinobi es algo que debería estar preocupándonos y que afecta a todas las aldeas. Tendré que llamar a los otros Kage para comunicárselo. Pero, ¿cómo averiguasteis que estos ninjas eran de verdad hombres al servicio de Kurama?
BOOM. Otra vez. Ahora venia algo gordo. Mas grande que el propio Katsudon.
—Bueno, el caso es que...Mejor que te lo cuente Reiji. Es el protagonista de esa parte de la historia.
Pues entonces sería sin rodeos. Sin baselina. A saco. Por que todo el relleno de la historia sobraba.
—Pues resulta que... Nos lo contó el mismísimo ocho colas. El Hachibi. Gyūki. — Pero eso no era la mejor parte no. Esperaba que había estuviera preparado esto. —Nos contó lo del padre de Yuuna, nos habló de los ninjas de Kurama y lo importante: Nos dijo que, los Bijuus se reunían telepáticamente cada cierto tiempo, pero que kurama se podía unir a esas reuniones y ya no las hacían. Y nos pidió que le dieranos un mensaje de su parte a sus hermanos.
Oh, pero había mas info. La mejor parte.
»Katsudon y Yuuna no lo sé, aunque lo saben, pero estoy seguro de usted lo ha sentido venir desde el puerto. Su chakra es diferente al de los demás. Yo lo se por que Gyūki me lo dio para que sus hermanos me creyeran. Pero estoy seguro de usted lo ha sentido hace poco. Por que he tenido que recurrir a él en el puerto.