20/01/2020, 18:14
Los genin no tardaron en advertir en el lenguaje corporal de Yamato que la estrategia de hacerse los ninjas buenos con él estaba dando sus resultados. Pese al evidente vínculo que compartía con su jefa —no por nada había estado trabajando para ella muchos años—, no había sido sino hasta ahora que el jefe de servicio empezaba a tratarles con algo más que mera cortesía profesional. Tras encenderse el cigarrillo y darle unas cuantas caladas, Yamato se permitió recostarse ligeramente en la silla; parecía agotado.
—Ya os lo he dicho, chavales, estoy con vosotros en esto —se reafirmó ante las dudas expuestas por Kisame—. Para mí toda esta mierda no está siendo más que un jodido dolor de cabeza, la señora cada día está más irascible y temo que en cualquier momento alguien va a pagar los platos rotos.
Por su veteranía y confianza en la señora Koe, estaba claro que Yamato no pensaba que fuese a ser él el damnificado por todos aquellos extraños sucesos, pero tampoco le agradaba le idea de que alguno de sus subordinados fuese a perder el trabajo.
—Si te soy sincero, muchacho —respondió a Karamaru, inclinándose hacia él para bajar la voz—. ¿Espíritus? ¿Mal de ojo? ¿Una maldición? Venga ya... Llevo demasiados años trabajando para gente poderosa como para creerme esas pamplinas. La señora Koe es una empresaria de éxito, y os puedo asegurar... No se llega alto sin pisar unas cuantas cabezas por el camino. Tiene enemigos, claro, ¿y quién en su posición no?
Otra calada. Parecía nervioso, como si estuviese siendo infiel a su pareja.
—Yo creo que alguien está detrás de esto, eso creo. ¿Quién? Ya os lo he dicho, no tengo ni idea. Pero está claro que buscan joder a la señora Koe... —se frotó las manos, nervioso—. ¿No os habéis fijado en las paredes? ¿En las estanterías? Aquí faltan al menos un tercio de las valiosas obras de arte de la señora, cuadros, efigies, frescos... Alguien se lo está llevando, ¿pero sabéis qué me dijo cuando la informé y le sugerí hablar con la Arashikage? ¡Que no tenía tiempo de preocuparse por esas cosas! Que un demonio habitaba en su casa y lo prioritario era echarle. Se está volviendo loca, la están volviendo loca, joder.
—Ya os lo he dicho, chavales, estoy con vosotros en esto —se reafirmó ante las dudas expuestas por Kisame—. Para mí toda esta mierda no está siendo más que un jodido dolor de cabeza, la señora cada día está más irascible y temo que en cualquier momento alguien va a pagar los platos rotos.
Por su veteranía y confianza en la señora Koe, estaba claro que Yamato no pensaba que fuese a ser él el damnificado por todos aquellos extraños sucesos, pero tampoco le agradaba le idea de que alguno de sus subordinados fuese a perder el trabajo.
—Si te soy sincero, muchacho —respondió a Karamaru, inclinándose hacia él para bajar la voz—. ¿Espíritus? ¿Mal de ojo? ¿Una maldición? Venga ya... Llevo demasiados años trabajando para gente poderosa como para creerme esas pamplinas. La señora Koe es una empresaria de éxito, y os puedo asegurar... No se llega alto sin pisar unas cuantas cabezas por el camino. Tiene enemigos, claro, ¿y quién en su posición no?
Otra calada. Parecía nervioso, como si estuviese siendo infiel a su pareja.
—Yo creo que alguien está detrás de esto, eso creo. ¿Quién? Ya os lo he dicho, no tengo ni idea. Pero está claro que buscan joder a la señora Koe... —se frotó las manos, nervioso—. ¿No os habéis fijado en las paredes? ¿En las estanterías? Aquí faltan al menos un tercio de las valiosas obras de arte de la señora, cuadros, efigies, frescos... Alguien se lo está llevando, ¿pero sabéis qué me dijo cuando la informé y le sugerí hablar con la Arashikage? ¡Que no tenía tiempo de preocuparse por esas cosas! Que un demonio habitaba en su casa y lo prioritario era echarle. Se está volviendo loca, la están volviendo loca, joder.