21/01/2020, 22:36
Le dedicó una mirada frívola como aún no había hecho en todo el tiempo que llevaban allí. Tan siquiera se atrevía a cuestionarle? A cuestionar a un profesional que trabaja por la seguridad de la gente del país? Estaba seguro de que aquel hombre iría a buscar a Kid. Solo esperaba que pudiera aplicar su técnica magistral para no recibir rasguño alguno una vez más y que no le guardara rencor por haber tenido que chivarse. "Antes de que llore mi madre, que llore la tuya" Había escuchado muchas veces decir esa frase a su padre, pero por fin ahora la había entendido.
-No estoy mintiendo -Añadió para remarcar su posición -De hecho iba a preguntarles lo mismo. A usted y a los guardias que me recogieron... Yo solo pude verle la cara a un chico joven, el que me atacó, quizás tendría mi edad o algo más. Pero cuando recibió el primer ataque, pude ver que aquello solo era una transformación y en realidad era... -Hizo una breve pausa y continuó -Una niña de apenas diez años. Vestía un kimono rosa y tenía el cabello negro azabache. Lamento no poder decirle más acerca de aquella gente, no tuve tiempo para fijarme en más detalles mientras me atacaban. Cuando la transformación finalizó, simplemente huyó y yo me desmayé. -Terminó de hablar sin haberle apartado la mirada de los ojos en toda la conversación, con el gesto inquietante y estático que le caracterizaba.
Ni siquiera habían encontrado a la niña. La guardia de aquel lugar eran unos inútiles. Cosa que no le sorprendía, solo en las aldeas ninja había podido ver tal férrea seguridad, como si no se pudiera mantener un pueblo a salvo sin practicar las artes de combate que se entrenaban allí.
-No estoy mintiendo -Añadió para remarcar su posición -De hecho iba a preguntarles lo mismo. A usted y a los guardias que me recogieron... Yo solo pude verle la cara a un chico joven, el que me atacó, quizás tendría mi edad o algo más. Pero cuando recibió el primer ataque, pude ver que aquello solo era una transformación y en realidad era... -Hizo una breve pausa y continuó -Una niña de apenas diez años. Vestía un kimono rosa y tenía el cabello negro azabache. Lamento no poder decirle más acerca de aquella gente, no tuve tiempo para fijarme en más detalles mientras me atacaban. Cuando la transformación finalizó, simplemente huyó y yo me desmayé. -Terminó de hablar sin haberle apartado la mirada de los ojos en toda la conversación, con el gesto inquietante y estático que le caracterizaba.
Ni siquiera habían encontrado a la niña. La guardia de aquel lugar eran unos inútiles. Cosa que no le sorprendía, solo en las aldeas ninja había podido ver tal férrea seguridad, como si no se pudiera mantener un pueblo a salvo sin practicar las artes de combate que se entrenaban allí.