26/01/2020, 20:33
«No es de muy buen gusto…, aunque me suena de algo», pensó mientras observaba la “N” en el dibujo.
Kazuma se concentró por unos minutos en la imagen y en tratar de dilucidar como se relacionaba con él, y de pronto un fuerte ruido le hizo dar un pequeño salto; se trataba de la puerta principal que acababa de cerrarse violentamente.
«¡¿Qué sucede?!», se preguntó, un poco alterado.
—¿Eres tú, Kana-san? —pregunto ante la perturbadora risa, sin estar seguro de querer escuchar la respuesta.
—La curiosidad mató al gato, ¿no lo sabías? —exclamó, lejos de toda la amabilidad que había tenido antes. Parecía divertirse con la situación. Como una verdadera psicópata—. Ven aquí, Gatito. Tengo tantas ganas de hincarte el diente.
—También dicen que tienen siete vidas y que siempre caen de pie —contesto, tratando de mantener la calma, aunque esta le era esquiva. Aun así, logro correr hasta la entrada de la habitación y cerrar la puerta—. No me digas: eras una bandida que atrae a los viajeros incautos para robarles todo lo que tienen.
«¡Me lleva!, eso quiere decir que el incauto soy yo —se lamentó—. Y pensar que la consideraba guapa y buena gente.»
—Deberías saber que no tengo nada de valor —dijo, más para onverse a si mismo que a ella de que no había razón para atacarle.
Se aseguró de que la puerta estuviese cerrada y se alejó hasta quedar frente a la pared contraria… Necesitaba tiempo para recobrar la calma y pensar, aunque el sonido del metal solo lograba crisparle los nervios.
Kazuma se concentró por unos minutos en la imagen y en tratar de dilucidar como se relacionaba con él, y de pronto un fuerte ruido le hizo dar un pequeño salto; se trataba de la puerta principal que acababa de cerrarse violentamente.
«¡¿Qué sucede?!», se preguntó, un poco alterado.
—¿Eres tú, Kana-san? —pregunto ante la perturbadora risa, sin estar seguro de querer escuchar la respuesta.
—La curiosidad mató al gato, ¿no lo sabías? —exclamó, lejos de toda la amabilidad que había tenido antes. Parecía divertirse con la situación. Como una verdadera psicópata—. Ven aquí, Gatito. Tengo tantas ganas de hincarte el diente.
—También dicen que tienen siete vidas y que siempre caen de pie —contesto, tratando de mantener la calma, aunque esta le era esquiva. Aun así, logro correr hasta la entrada de la habitación y cerrar la puerta—. No me digas: eras una bandida que atrae a los viajeros incautos para robarles todo lo que tienen.
«¡Me lleva!, eso quiere decir que el incauto soy yo —se lamentó—. Y pensar que la consideraba guapa y buena gente.»
—Deberías saber que no tengo nada de valor —dijo, más para onverse a si mismo que a ella de que no había razón para atacarle.
Se aseguró de que la puerta estuviese cerrada y se alejó hasta quedar frente a la pared contraria… Necesitaba tiempo para recobrar la calma y pensar, aunque el sonido del metal solo lograba crisparle los nervios.