26/01/2020, 23:40
Aquellos días el camino me había llevado entre los dominios del Remolino y los del País del Fuego. Allí me encontraba, en Minori, una pequeña aldea perdida de la mano de dios, cerca del bosque de la hoja y de lo que antaño fue una Gran Aldea Oculta, destruida y asediada por aquellas bestias inmundas que reaccionaban bajo el nombre de bijuus. Aquellas bestias que en Kusagakure aprendimos a odiar a la fuerza. Estaba sentado sobre un banco de piedra, reflexionando y pensando qué hacer. Kumopansa estaba ami vera, también pensativa. Desde lo de Juro ella también había cambiado.
¡No me digas que estoy en Minori!
El arácnido levantó la cabeza ante la voz de aquella alma perdida.
— Eso me temo, chaval
Luego me levanté yo y traté de averiguar quién era el emisor de aquel lamento.
¡No me digas que estoy en Minori!
El arácnido levantó la cabeza ante la voz de aquella alma perdida.
— Eso me temo, chaval
Luego me levanté yo y traté de averiguar quién era el emisor de aquel lamento.
Narro ~ Hablo ~ Pienso ~ Kumopansa