27/01/2020, 00:23
(Última modificación: 27/01/2020, 00:23 por Tanaka Hiroki.)
Sus lamentos en alto se vieron contestados por una voz que procedía del banco de piedra más cercano a su posición, en el cual no había reparado hasta encontrarse con un chico algo más mayor que él, rubio y de tez morena con una bandana de Kusagakure brillando en lo alto de su cabeza.
Claro que, lo que más destacaba de la estampa no era el chaval, no; era la pedazo de araña que tenía al lado y que era la dueña de la voz que acababa de escuchar.
—Eso me temo, chaval.
—¡Hostia! —chilló mientras pegaba un respingo, girándose para encarar al arácnido y al chico que estaba tan pancho al lado de una ARAÑA ENORME—. Espera —pidió, rascándose la nuca—. ¿Hablas?
Había oído algo, pero nunca se esperaba vivirlo tan pronto.
Claro que, lo que más destacaba de la estampa no era el chaval, no; era la pedazo de araña que tenía al lado y que era la dueña de la voz que acababa de escuchar.
—Eso me temo, chaval.
—¡Hostia! —chilló mientras pegaba un respingo, girándose para encarar al arácnido y al chico que estaba tan pancho al lado de una ARAÑA ENORME—. Espera —pidió, rascándose la nuca—. ¿Hablas?
Había oído algo, pero nunca se esperaba vivirlo tan pronto.