27/01/2020, 19:36
(Última modificación: 27/01/2020, 19:40 por Himura Hana. Editado 1 vez en total.)
—Yo también lo pensaba, pero ¿sabes? Al final me cansé y decidí simplemente agenciarme este sombrero. A veces la solución más simple es la mejor.
Sonaba exactamente a lo que ella misma había pensado, aún así, seguía sin sonarle justo. Sin embargo, no veía a Bendō precisamente entusiasmado de seguir con esa conversación así que lo dejo correr.
—Pareces una kunoichi amable, así que querría disculparme debidamente por haberte empujado sin querer antes. Iba despistado. En este bar ponen unas papas bravas riquísimas, aunque no es muy conocido porque, bueno, nadie viene a Los Herreros pensando en comerse unas papas, ¿no?
Cierto era que necesitaba un sitio para cenar y que en ese momento su bolsillo estaba más que apurado. Igual de cierto que le sabía fatal aceptar la invitación de aquel pobre chatarrero, después empezaron los vacíos legales. Si expresaba lastima, le iba a molestar, rechazar un regalo era de mala educación, y por último, tenía hambre.
—¿Qué me dices?
Estaba en una encrucijada. Suspiró y finalmente asintió.
— Está bien, pero con una condición. — levantó el dedo indice a una altura en que Bendō pudiese verlo. — La próxima vez invito yo. Sea cuando sea que nos volvamos a ver.
Sonaba exactamente a lo que ella misma había pensado, aún así, seguía sin sonarle justo. Sin embargo, no veía a Bendō precisamente entusiasmado de seguir con esa conversación así que lo dejo correr.
—Pareces una kunoichi amable, así que querría disculparme debidamente por haberte empujado sin querer antes. Iba despistado. En este bar ponen unas papas bravas riquísimas, aunque no es muy conocido porque, bueno, nadie viene a Los Herreros pensando en comerse unas papas, ¿no?
Cierto era que necesitaba un sitio para cenar y que en ese momento su bolsillo estaba más que apurado. Igual de cierto que le sabía fatal aceptar la invitación de aquel pobre chatarrero, después empezaron los vacíos legales. Si expresaba lastima, le iba a molestar, rechazar un regalo era de mala educación, y por último, tenía hambre.
—¿Qué me dices?
Estaba en una encrucijada. Suspiró y finalmente asintió.
— Está bien, pero con una condición. — levantó el dedo indice a una altura en que Bendō pudiese verlo. — La próxima vez invito yo. Sea cuando sea que nos volvamos a ver.