28/01/2020, 01:52
Era una mañana como cualquier otra. Una más después de todo lo que había pasado en los últimos compases del año. Tenía que ser fácil. Sencillo. Entretener al Daimyo del País de los Bosques con un estúpido numerito entre ninjas. Una pelea completamente guionizada. Pero alguien decidió que tenía otros planes para Kusagakure. Digo... para Oonindo.
Desde entonces he emprendido una eterna búsqueda hasta que cierta personita deje de respirar.
—¡Juro!
Aquella exclamación me sacó del lugar al que mi mente me había transportado, para devolverme hasta aquella pequeña aldea perdida en el Remolino.
— Hostias, ¿has oído eso?
Ni siquiera quise perder tiempo respondiendo, pues me puse a correr ipsofacto, pensando en lo primero que haría cuando le tuviera con la manos retorciendole el puto cuello.
Doble la esquina y...
— Creo que ha sido ella
En el suelo yacía una chica, de cabellos y prendas rojizas que, al parecer se había tragado el palo de la farola persiguiendo a Jurete. La agarre del brazo para levantarla.
— ¿Conoces a Eikyu Juro? ¿Donde está? ¡Habla!
Mi respiración, así como mi tono de voz estaba realmente agitado. Coño, apenas hacía unos días que estaba frente a Kintsugi-sama explicandole lo que había pasado en el castillo del daimyo. Pero al gente había empezado a fijarse en todos nosotros. En la chica, en mí y en la jodida araña negra como la noche y ojos carmesíes que posaba encima de mi cabeza.
— Ninjas...
— Algún día se extinguirán todos y dejaremos de sufrir
Desde entonces he emprendido una eterna búsqueda hasta que cierta personita deje de respirar.
—¡Juro!
Aquella exclamación me sacó del lugar al que mi mente me había transportado, para devolverme hasta aquella pequeña aldea perdida en el Remolino.
— Hostias, ¿has oído eso?
Ni siquiera quise perder tiempo respondiendo, pues me puse a correr ipsofacto, pensando en lo primero que haría cuando le tuviera con la manos retorciendole el puto cuello.
Doble la esquina y...
— Creo que ha sido ella
En el suelo yacía una chica, de cabellos y prendas rojizas que, al parecer se había tragado el palo de la farola persiguiendo a Jurete. La agarre del brazo para levantarla.
— ¿Conoces a Eikyu Juro? ¿Donde está? ¡Habla!
Mi respiración, así como mi tono de voz estaba realmente agitado. Coño, apenas hacía unos días que estaba frente a Kintsugi-sama explicandole lo que había pasado en el castillo del daimyo. Pero al gente había empezado a fijarse en todos nosotros. En la chica, en mí y en la jodida araña negra como la noche y ojos carmesíes que posaba encima de mi cabeza.
— Ninjas...
— Algún día se extinguirán todos y dejaremos de sufrir
Narro ~ Hablo ~ Pienso ~ Kumopansa