28/01/2020, 13:30
Bendō soltó un resoplido molesto ante la afilada réplica de aquella kunoichi. ¡Melodramático, decía! «Como si tú supieras lo que es tener esto en la cara, niñata de los cojones», maldijo para sus adentros. Sin embargo no lo exteriorizó y toda su postura corporal siguió reflejando la más absoluta indiferencia. Necesitaba a Hana y no pensaba espantarla por un simple comentario.
La muchachita le relató su viaje. El supuesto chatarrero asintió, conforme. De algún modo y por algún motivo, el saber que en Uzushiogakure no se habían olvidado de Shiona y que seguían rindiéndole culto y respeto, le llenó de una amarga satisfacción. Agridulce, se sintió por un momento avergonzado al pensar qué diría su antigua Uzukage si viera en lo que se había convertido: un rufián apátrida con una recompensa sobre su cabeza.
—Tengo una madre, pero hace mucho que no la veo —contestó, y luego desvió la mirada hacia el kasa de paja que parecía atraer toda la atención de Hana—. ¿Sabes qué? Si tanto te gusta mi sombrero, te lo cambio por un favor. Uno muy sencillito.
En ese momento el larguilucho dueño del "bar de las bravas" les trajo sus papas y una jarra de agua fría con dos vasos. Bendō tomó uno de ellos, se sirvió agua, y luego empezó a devorar las papas como si fueran el manjar más delicioso de todo Ōnindo. Mientras, miraba por el rabillo del ojo a la genin.
—Me gustaría que le entregaras un mensaje mío a una kunoichi de Uzushio. Antes solía venir mucho por aquí, pero no sé qué le pasó, que ya no la veo nunca. ¿Qué te parece, tenemos trato?
La muchachita le relató su viaje. El supuesto chatarrero asintió, conforme. De algún modo y por algún motivo, el saber que en Uzushiogakure no se habían olvidado de Shiona y que seguían rindiéndole culto y respeto, le llenó de una amarga satisfacción. Agridulce, se sintió por un momento avergonzado al pensar qué diría su antigua Uzukage si viera en lo que se había convertido: un rufián apátrida con una recompensa sobre su cabeza.
—Tengo una madre, pero hace mucho que no la veo —contestó, y luego desvió la mirada hacia el kasa de paja que parecía atraer toda la atención de Hana—. ¿Sabes qué? Si tanto te gusta mi sombrero, te lo cambio por un favor. Uno muy sencillito.
En ese momento el larguilucho dueño del "bar de las bravas" les trajo sus papas y una jarra de agua fría con dos vasos. Bendō tomó uno de ellos, se sirvió agua, y luego empezó a devorar las papas como si fueran el manjar más delicioso de todo Ōnindo. Mientras, miraba por el rabillo del ojo a la genin.
—Me gustaría que le entregaras un mensaje mío a una kunoichi de Uzushio. Antes solía venir mucho por aquí, pero no sé qué le pasó, que ya no la veo nunca. ¿Qué te parece, tenemos trato?