28/01/2020, 23:34
(Última modificación: 28/01/2020, 23:35 por Aotsuki Ayame.)
Yui seguía cerniéndose sobre ella, inclemente. Y Ayame no pudo soportarlo por más tiempo, retrocedió. Retrocedió y cayó al suelo al tropezar con uno de aquellos gruesos tomos. Fundamentos del Chakra Natural, le pareció leer en su portada, antes de tener que alzar la mirada de nuevo hacia la tormenta que se le echaba encima.
—¿¡Qué estás diciendo, te has vuelto loca!? —seguía gritando, fuera de sí—. Eso fue lo que pasó en el Examen de Chūnin, ¿¡verdad!?
—N...
«Sí.»
—¡Te habló! ¡Te convenció para salir y matarnos a todos!
—¡N...!
«SÍ.»
—¡No...!
«¡Si lo hice, señorita! ¡SÍ LO HICE!»
—¡Para destruir Uzushiogakure como destruyó Yamashi-To! —bramaba Yui—. ¿¡Te suena ese nombre!? ¡¡Ahora la llamamos LA CIUDAD FANTASMA, AYAME!!
Ayame se hizo un ovillo en el suelo y se tapó los oídos con las manos, temblando como una niña, pero eso no calló las voces de Yui. Ni mucho menos las de Kokuō.
»¿¡Que tienen sentimientos, que tienen conciencia!? ¡¡Díselo a los miles de personas que perdieron la vida aquél día!! ¡¡Ve al Cementerio del Gobi y dile a los niños en sus tumbas que lo que los mató no era un monstruo si tienes cojones!!
—¡¡BASTAAAAAAAAAAAAA!! —aulló, con toda la fuerza de sus pulmones—. Basta... basta...
Era demasiado bonito que hubiese sido capaz de mantener el secreto un año entero. Ayame sintió que se mareaba, que todo a su alrededor daba vueltas. Si seguía así iba a desmayarse.
—No... no puedo... Nunca he podido compartir... lo que los bijū hicieron... pero entiendo por qué lo hicieron... —balbuceaba—. Conozco su historia... Kokuō me la contó... Los humanos los hemos estado encarcelando... Aislando... Manipulando... Usando como meras armas en las disputas que sólo nos atañen a los humanos.. Estaban hartos de nosotros... Muchos lo siguen estando... Nos odian por lo que somos... Yo quise... Quise demostrarle a Kokuō... que no era igual que el resto de humanos... Quise demostrarle que no todos somos así... Que no todos los vemos como meras armas... Y que la convivencia pacífica entre humanos y bijū es posible...
»Entiendo... entiendo lo que está pensando, Arashikage-sama... Sé que piensa que estoy loca... Y entenderé también... que... que me retire la placa de kunoichi... si lo cree necesario...
«¡¿Qué está haciendo?!»
Se estaba entregando.
—¿¡Qué estás diciendo, te has vuelto loca!? —seguía gritando, fuera de sí—. Eso fue lo que pasó en el Examen de Chūnin, ¿¡verdad!?
—N...
«Sí.»
—¡Te habló! ¡Te convenció para salir y matarnos a todos!
—¡N...!
«SÍ.»
—¡No...!
«¡Si lo hice, señorita! ¡SÍ LO HICE!»
—¡Para destruir Uzushiogakure como destruyó Yamashi-To! —bramaba Yui—. ¿¡Te suena ese nombre!? ¡¡Ahora la llamamos LA CIUDAD FANTASMA, AYAME!!
Ayame se hizo un ovillo en el suelo y se tapó los oídos con las manos, temblando como una niña, pero eso no calló las voces de Yui. Ni mucho menos las de Kokuō.
»¿¡Que tienen sentimientos, que tienen conciencia!? ¡¡Díselo a los miles de personas que perdieron la vida aquél día!! ¡¡Ve al Cementerio del Gobi y dile a los niños en sus tumbas que lo que los mató no era un monstruo si tienes cojones!!
—¡¡BASTAAAAAAAAAAAAA!! —aulló, con toda la fuerza de sus pulmones—. Basta... basta...
Era demasiado bonito que hubiese sido capaz de mantener el secreto un año entero. Ayame sintió que se mareaba, que todo a su alrededor daba vueltas. Si seguía así iba a desmayarse.
—No... no puedo... Nunca he podido compartir... lo que los bijū hicieron... pero entiendo por qué lo hicieron... —balbuceaba—. Conozco su historia... Kokuō me la contó... Los humanos los hemos estado encarcelando... Aislando... Manipulando... Usando como meras armas en las disputas que sólo nos atañen a los humanos.. Estaban hartos de nosotros... Muchos lo siguen estando... Nos odian por lo que somos... Yo quise... Quise demostrarle a Kokuō... que no era igual que el resto de humanos... Quise demostrarle que no todos somos así... Que no todos los vemos como meras armas... Y que la convivencia pacífica entre humanos y bijū es posible...
»Entiendo... entiendo lo que está pensando, Arashikage-sama... Sé que piensa que estoy loca... Y entenderé también... que... que me retire la placa de kunoichi... si lo cree necesario...
«¡¿Qué está haciendo?!»
Se estaba entregando.