30/01/2020, 13:19
El viaje de regreso se hizo largo, muy largo. Creo que fueron dos días y medio. Si, eso es, si mal no recuerdo, tuve que pasar pernoctar en una aldea cercana al bosque. Mi paso no era el más rápido todavía, aunque me sentía bien físicamente, aquella casi muerte provocó que tuviese que abandonar el entrenamiento durante aquella semana y media, lo cual, evidentemente notaba. Además, la cabeza me torturó durante todo el jodido viaje.
Pensaba. Todo y nada a la vez. Como uno de aquellos sueños en los que quieres correr a máxima velocidad pero no te mueves del sitio. Rabia e impotencia. ¿Cuándo iba a tomar el toro por los cuernos? ¿Cuando iba a dejar de fracasar? Ojalá supiera la respuesta, porque la deseaba con todas mis fuerzas.
Tras día y medio sin descanso, más allá de la obligada parada para dormir, llegué a mi hogar. Kusagakure. Todo parecía estar normal pero se respiraba un ambiente sepulcral. Sí, la gente iba de aquí para allá, pero lo hacían cabizbajos, con el rostro apagado, sin mediar palabra con nadie. Era como sia lguien les hubiese arrebatado la vida y les hubiera impuesto una penitencia en vida.
— ¿Qué cojones ha pasado?
Necesitaba respuestas y las necesitaba ya. No entendía absolutamente nada y empezaba a odiar el ambiente que estaba respirando desde hacía menos de un puto minuto. Así que hice lo que tenía que hacer: volver a casa e interrogar a mi madre. Eché a correr y la gente ni se inmutaba, simplemente se apartaban para que no les atropellase hasta que llegué a la puerta de mi casa, hice un par de respiraciones profundas y solté el aire en un gran suspiro.
— Vamos allá
Pensaba. Todo y nada a la vez. Como uno de aquellos sueños en los que quieres correr a máxima velocidad pero no te mueves del sitio. Rabia e impotencia. ¿Cuándo iba a tomar el toro por los cuernos? ¿Cuando iba a dejar de fracasar? Ojalá supiera la respuesta, porque la deseaba con todas mis fuerzas.
Tras día y medio sin descanso, más allá de la obligada parada para dormir, llegué a mi hogar. Kusagakure. Todo parecía estar normal pero se respiraba un ambiente sepulcral. Sí, la gente iba de aquí para allá, pero lo hacían cabizbajos, con el rostro apagado, sin mediar palabra con nadie. Era como sia lguien les hubiese arrebatado la vida y les hubiera impuesto una penitencia en vida.
— ¿Qué cojones ha pasado?
Necesitaba respuestas y las necesitaba ya. No entendía absolutamente nada y empezaba a odiar el ambiente que estaba respirando desde hacía menos de un puto minuto. Así que hice lo que tenía que hacer: volver a casa e interrogar a mi madre. Eché a correr y la gente ni se inmutaba, simplemente se apartaban para que no les atropellase hasta que llegué a la puerta de mi casa, hice un par de respiraciones profundas y solté el aire en un gran suspiro.
— Vamos allá
Narro ~ Hablo ~ Pienso ~ Kumopansa